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Sandra García: Arte cubano en tiempos de pandemia
20April

Sandra García: Arte cubano en tiempos de pandemia

Una vez al año, aprovechando su habitual presencia en la Semana del Arte de Madrid, nos gusta hablar con Sandra García. Desde su privilegiada posición dentro del sistema de galerías del Fondo de Bienes Culturales, y también como organizadora del más importante concurso nacional para talentos emergentes, ella es, sin dudas, una de las voces más autorizadas para contarnos por qué rumbos se mueve el arte cubano.

Esta vez, el COVID ha demorado nuestra conversación. Ambos faltamos a la edición 16 de Art Madrid y tampoco habíamos podido coincidir en Cuba. Salvo las infaltables mascarillas, lo demás está como siempre: la hermosa luz de la Galería de Cristal del Palacio de Cibeles, arte y artistas de la Isla a nuestro alrededor, transeúntes indagando precios, técnicas, orígenes… y nuestra Arte por Excelencias en la mesa de centro, junto a los catálogos y promocionales.

Sandra, dos años después volvemos a vernos en Art Madrid… ¿Qué ha pasado en el arte cubano en este tiempo?

Ha habido de todo. Y como en el resto del mundo, creo que hubo una pausa. Los artistas se retiraron a sus casas. Aún así se siguieron haciendo exposiciones, mucha gente aprovechó ese período para trabajar. De hecho, una de las series que traemos a la feria (Coffe Time, de Luis Enrique Camejo) surgió en medio del confinamiento. El artista comenzó a pintar con café, por entretenimiento, y terminó haciendo más de cien acuarelas que luego se expusieron en nuestra galería.

 

Luis E. Camejo Sin título, 2021
Luis E. Camejo. Sin título, 2021

 

Desde el punto de vista práctico, una de las cosas que más ha afectado es la falta de materiales. Además del factor psicológico causado por la pandemia, eso también ha frenado la creación. Se sabe que en Cuba hay un tema delicado con la adquisición de materiales y que los artistas utilizan los viajes a ferias o exposiciones en el exterior para importar estos productos. Por otra parte, la ausencia de turismo extranjero ha reducido considerablemente nuestras posibilidades de mercado. Creo que esto ha sido una situación mundial, pero en Cuba, al ser una isla que depende del mercado foráneo, se ha hecho más palpable.

Otro factor importante ha sido la emigración, tanto de artistas jóvenes como de figuras mejor establecidas. Aún no se ha realizado un estudio o estadística, pero ya es notable que hay muchos artistas viviendo y produciendo fuera del país. Algunos con becas y residencias… pero ahora mismo, viviendo y produciendo en Cuba hay muchos menos que hace dos años.

¿Cómo se han adaptado las galerías y los artistas cubanos a esta nueva época en la que el coronavirus nos ha hecho mudarnos al mundo digital?

El salto más grande fue ese, al menos para nosotros. En los primeros meses de pandemia estábamos teletrabajando y no sabíamos qué hacer, porque el peso de nuestras funciones recae en visitar estudios, mover obras a la galería, organizar exposiciones, encuentros con artistas… y nos preguntábamos cómo se podía teletrabajar sin poder hacer nada de esto.

En mi caso, comencé a fijarme mucho en cómo lo estaban afrontando algunas galerías internacionales, desde las más reconocidas hasta otras emergentes, para poder acercar esos modelos al contexto y la dinámica de nuestros espacios. Los artistas, por su parte, trasladaron casi la totalidad de sus procesos hacia las redes. Algunos publicaban los avances en una nueva serie o la adaptación de algún espacio en casa como estudio; otros se armaron exposiciones “virtuales” con las herramientas digitales y las plataformas que facilitan las redes… incluso, personas que no tenían redes sociales se iniciaron en ese mundo para poder promocionar su obra.

Tratar de adaptarnos nos tomó un tiempo, hasta que caímos en Post-it 7, que se imponía porque es un concurso nacional y había que hacerlo sí o sí, aunque las galerías estuvieran cerradas.

Justamente por ahí va mi siguiente pregunta, ¿cómo ha superado Post-it estos contratiempos?

En aquel momento decidimos que había que hacerlo de manera virtual. Y esa fue nuestra apertura, desde Collage Habana (y todo su sistema de galerías) y el Fondo de Bienes Culturales, a las exposiciones virtuales. Fue un reto, definitivamente, porque este es un concurso para artistas jóvenes, en el cual se reciben obras de todo el país y se organizan exposiciones en más de una galería… de pronto había que llevar todo eso a un proceso virtual, además, en un país donde la informatización todavía avanza lentamente.

Al pasar tanto tiempo en casa consumiendo información en Internet, estaba muy pendiente de cómo se estaban moviendo las artes visuales, nacional e internacionalmente. Meses antes de comenzar la pandemia había conocido un proyecto que se estaba gestando en Cuba, de la mano de jóvenes emprendedores, quienes habían ideado una plataforma virtual, Behart, para que los artistas cubanos pudieran inscribirse y crear allí sus perfiles (dossiers).

Se trata de una red colaborativa en la que conviven artistas, galerías y críticos de arte. Sus creadores se habían dirigido a Galería Galiano (donde trabajo como especialista desde 2015) para vincular sus primeras pruebas con nuestros artistas y nuestra programación. Ya me era familiar el trabajo que desarrollaban, pero me sorprendió muchísimo una exposición virtual, generada por ellos, porque no se parecía a ninguna de las muestras “virtuales” de arte cubano que veíamos constantemente en las redes.

 

Post It

 

Se me ocurrió sugerirles que trabajáramos de conjunto para hacer Post-it 7 de esa manera. La primera impresión fue de incertidumbre, no creíamos contar con toda la tecnología ni el tiempo para hacerlo, pues les propusimos recrear nuestras galerías de manera virtual. Y efectivamente, se modelaron las galerías Galiano y “23 y 12” respetando todas sus características en el mundo físico, real. A este proyecto se sumó ArteMorfosis, una plataforma de arte cubano radicada en Zúrich, que se dedica a apoyar la producción precisamente desde Internet y con el uso de nuevas tecnologías.

El resultado fue inesperado hasta para quienes estábamos en el equipo. Creo que fue un verdadero éxito: salimos al mundo con la muestra concurso de Post-it 7 en vista 360º y también en realidad virtual. Solamente en la noche de inauguración tuvimos más de 2 mil visitas, desde muchas partes del mundo. Todo esto apoyado por una campaña de promoción muy intensa; ya que íbamos a entrar al mundo virtual, queríamos hacerlo de la mejor manera, desde Cuba y con los recursos que teníamos.

No imaginamos que la situación de la pandemia se extendiera tanto, pero así fue. Así que todas estas experiencias de la séptima edición del concurso las trasladamos a la octava, en 2021, pues las galerías continuaban cerradas, después de un breve período en que habían abierto. En términos generales, se ha ido creando la metodología de acompañar las exposiciones físicas con sus versiones virtuales, en aras de una mayor repercusión. Ahora sabemos que podemos tener una exposición abierta en La Habana y, al mismo tiempo, mostrarla al mundo a través de una pantalla.

Hace dos años hablábamos del “daño” que estaba haciendo esta digitalización en los artistas jóvenes…. ¿Cómo lo ves ahora? ¿Ha ido a peor o aún hay esperanza?

No creo haya ni avance ni retroceso. Lo que veo positivo es que muchos han aprendido a usar las redes, a usar esas herramientas virtuales y de comunicación en función de su obra, pero no veo cambios significativos.

En Cuba, por este desfase con la digitalización, todavía queda ese remanente pudiéramos decir “tradicional” y romántico en cuanto a la creación. Ese afán por no copiar ni ser copiado; por no repetirse, por crear sin seguir tendencias. Es cierto que las redes han influido y la presión por “crear contenido” regularmente ha provocado que se caiga en facilismos, en explotar el más mínimo y banal de los temas e iconografías; en creer que, para hablar de un proceso creativo, la imagen de un pincel sobre la mesa es digna de un post de Instagram. Creo que ya es algo que forma parte del día a día y que comenzará a notarse aún más entre las generaciones futuras… hasta que nos saturemos y queramos volver hacia atrás, hacer el viaje a la semilla. Todos son ciclos.

Las redes, el internet en general, no es bueno ni es malo. Todo depende del uso que hagamos de él. Podemos seguir viviendo entre “likes” y “seguidores”, mientras el arte y los artistas sean genuinos.

 

Luis Enrique Camejo, Sin título, 2021
Luis Enrique Camejo, Sin título, 2021

 

La Habana en Madrid… parece ser la curaduría de este año en la feria. ¿Qué acogida han tenido nuestros artistas?

Son innegables los vínculos entre España y Cuba. No estoy diciendo nada nuevo. Y enseguida, sin ver siquiera el cartel que identifica a la galería, la gente se para y dice: “Esto es La Habana”. Y ha sido muy positivo, porque el público pregunta, reconoce, te hablan de sus experiencias en la Isla… y eso siempre hace falta, sobre todo después de estos años tan complejos, de falta se socialización.

 

Obras expuestas por Collage Habana en Art Madrid

 

También nos han dicho que el stand distingue un poco entre el resto de propuestas de la feria. Y creo que es verdad, que resalta porque al final la escuela cubana o el arte cubano siempre tienen mucho de ese “regreso al oficio”, y ha contrastado en esta edición de la feria por distar de un tipo de obra más “industrializada”, podríamos decir. Aquí hay mucho de eso y lo respeto; son otros artistas con otras formas de hacer, quizás a tono con los tiempos en que vivimos. Siempre que haya un mínimo de sensibilidad, algún proceso de investigación, una invitación a la subjetividad, para mí seguirá siendo arte, me guste o no.

 

Sandra García junto al director de Collage Habana, Pedro E. Pupo, en Art Madrid 22
Sandra García junto al director de Collage Habana, Pedro E. Pupo, en Art Madrid 22 

 

El público muchas veces busca ver la huella del autor… eso se ha notado en nuestra propuesta. La gente ha identificado a La Habana, en sus períodos de esplendor y decadencia. Y ha sido casi sin querer…  Este año, para organizar el proyecto que presentaríamos aquí, teníamos claro que queríamos a Luis Enrique Camejo (1971), porque es un artista de media carrera muy consolidado en Cuba, con representación en Estados Unidos y parte de Latinoamérica, pero menos conocido en Europa. Y como también nos gusta traer una representación de artistas emergentes, fuimos creando esta conexión entre Yohy Suárez (1989), Frank González (1989) y Gabriel Cisneros (1990) con Camejo, en la que todos –desde sus poéticas y estilos muy particulares- hablan de nostalgia, de arquitectura, de esa Habana del pasado…

 

Yohy Suárez, Lavanderas (2020)
Yohy Suárez, Lavanderas, 2020 

 

Yohy Suárez, Los baños del señor Carneado (2020)
Yohy Suárez, Los baños del señor Carneado, 2020

 

Cuando buscas un hilo conductor entre las obras encuentras que se trata de contar historias (o una Historia), y en este caso, aunque no sea urgente hablar de La Habana, creo que es necesario mantener la memoria histórica. Nuestro país tiene mucha historia y una tradición arquitectónica riquísima. En estas obras se mezclan ambas cosas. Al final, la arquitectura es expresión de las sociedades, de la cultura de un país. Estos artistas han sido capaces de encontrar esos valores entre las ruinas de la desidia.

 

personas en el stand de Collage Habana en Art Madrid

 

Viendo como se mueve el mercado en Europa; hemos visto aquí otro colorido, otro tipo de obras… ¿seguirá Collage Habana apostando por artistas emergentes o volverán a traer a Madrid solo a los maestros del arte cubano?

La salida a una feria internacional desde Cuba es casi una hazaña, así que hay que tener mucho tino y venir con apuestas casi seguras. No podemos volver a La Habana a buscar otra pintura de Camejo, o de alguno de los artistas que tenemos en nuestras nóminas. Pasamos meses organizándonos… y cuando se trata de artistas jóvenes cuesta más, pero creo que ese es el trabajo del galerista, lograr crear un nicho en el mercado, por pequeño que sea. Más si se trata de una obra o de una técnica que no esté “de moda”. Yo creo que el mercado siempre hace resistencia a los jóvenes. De hecho, una de las obras que hemos vendido pasó por un proceso de negociación fuerte, porque al cliente le gustaba y, sin embargo, nos decía: “Es que no lo conozco (al artista)”. Pero sí, nos interesa seguir apostando por el arte emergente. Los artistas hoy “consagrados” también fueron jóvenes… si no los hubieran apoyado, no habrían llegado a donde están hoy.

 

Sandra García junto al autor de la entrevista en Art Madrid 22
Sandra García junto al autor de la entrevista en Art Madrid 22 

 

Fotos: @yricardo