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El gran hipnotizador
19May

El gran hipnotizador

La dibujante, grabadora y pintora cubana Zaida del Río (Cuba, 1954) acaba de inaugurar, con gran concurrencia de público, una exposición personal en el Palacio de los Capitanes Generales, en La Habana Vieja, titulada El gran hipnotizador. En esta entrevista comenta sobre el tema que sustenta la muestra y los proyectos artísticos en los cuales trabaja en la actualidad.

¿Zaida, cuál es el tema de esta exposición?
El tema es el pavo real. Siempre he tenido la idea de que cuando un pavo real abre la cola es como si te hipnotizara, no sólo por la belleza que posee sino por los miles de ojos que ves al mismo tiempo; y como la hipnosis tiene que ver con mirarte a los ojos, con cerrar los ojos, pues se me ocurrió la idea. En otro sentido te puedo decir que estoy rodeada de pavo reales en La Habana Vieja, y en mi paso por allí –que no sé hasta cuando será porque la vida es insospechada– quisiera hacer algo relacionado con esos animales que me han alegrado tanto la vida. En muchos momentos he llegado allí con determinada situación emocional, y al ver de pronto los pavos reales en los bajos de mi estudio me ha dado una inmensa alegría. Al mismo tiempo hay que reconocer que muchos seres elevados como Buda, como Krishna, como Sarasvati como las mismísimas Oshún y Yemayá, usan plumas de esas aves para bendecir, para adornar su ropa o hacer sus abanicos… Por esa razón empecé a pintar pavos reales y surgió esta exposición, que se estará mostrando en el Palacio de los Capitanes Generales por un período de tres meses aproximadamente.

¿Qué técnicas utilizas en las obras?
Hay de todo, diversas técnicas y formatos; cinco o seis obras han sido realizadas sobre papel y el resto sobre telas, algunas –como es costumbre en mí– en formato de hasta dos metros de alto por ancho.

¿Por qué no tuvimos la oportunidad de ver una muestra tuya en la X Bienal de La Habana?
Normalmente en las Bienales de La Habana participo en distintas exposiciones colectivas que se hacen y a las que me invitan, pero nunca tengo una idea específica, interesante, como para presentar por separado. A veces pasa el tiempo muy rápido mientras estoy cumpliendo algunos compromisos internacionales y apenas tengo oportunidad para pensar en algo para las Bienales. Además, como tengo el estudio en un lugar tan céntrico de la Ciudad donde transcurren muchas de las actividades de ese evento, el que quiera visitarme y ver la obra lo puede hacer sin ningún tipo de problema.

¿Qué exposiciones has hecho recientemente en el extranjero?
Acabo de hacer una en Costa Rica, en una galería que se llama Enmarcarte. El año pasado hice una sobre los cuerpos tatuados que tenía joyas y otras obras con rostros de mujeres pequeñas. Eran cuerpos dibujados con tatuajes, como si yo los hubiera colocado sobre ellos. Fue bastante bonita, se llamaba Samsara porque, como se sabe, Samsara es el momento antes de la iluminación del Buda, es el estado de en el que todos estamos siempre, porque casi nadie alcanza la iluminación que alcanzó Buda y los grandes seres que renunciaron a todo. Pero en ese tiempo también me inspiré en el perfume de Guerlain muy conocido, para hacer algunas piezas… Quiero decirte que mi obra es profunda pero mis inspiraciones suelen ser muy sencillas, como es mi personalidad, puedo lo mismo detenerme a ver cómo camina un caracol que atormentar o complicar mi mente con un atardecer o un cambio de atmósfera. Como persona y artista soy muy sensible a los cambios de atmósferas o ambientes, eso influye mucho en mi alegría y energía personal.

O sea que esas incursiones en el mundo religioso no han transformado a la personalidad sencilla, coloquial, que posee Zaida del Río…
El camino del Budismo que yo intento conocer y practicar me enseña muchas cosas significativas, como aprovechar el aquí y el ahora, el poder dedicarme una hora al día para respirar, aguantar un poco la ansiedad que tenemos todos producto de la época postmoderna que vivimos, llena de tensiones y estrés. Tú sabes que yo me caracterizo más por los cambios de temas que de formas desde el punto de vista artístico, y ahí encontré un tema interesante como el Sanga; el Sanga es un grupo que se reúne, la luz que hay en ese momento cuando nos reunimos una hora a hacer meditación, esto viene del budismo tibetano, se llama Camino del diamante y tiene un colorido increíble, las meditaciones son de luz y color, son de luz y arcoiris; Buda de la medicina, ojos amorosos, son cosas tan bellas que tienen muchísimo que ver conmigo, no en una parte de mí sino en la totalidad.

Eres un arquetipo de artista donde el dibujo alcanza un valor definitorio, arquetipo que creo se ha perdido un poco dentro de la plástica cubana. ¿Qué piensas al respecto?
Hace algunos años, cuando hacíamos muchos grabados, se dibujaba más, sobre todo cuando se trataba del grabado en metal que hay que tener precisión, rayar, aunque hagas un aguafuerte y el ácido te ayude a morder. En la década del setenta y el ochenta había una ilusión, una pasión por el grabado que se ha ido perdiendo un poco, por ello se produce en mi criterio esa disminución del dibujo a la que tú te refieres.
Pero siempre la pintura mía, aunque emplee pastas y distintas técnicas, tiene una tendencia al empleo de las líneas porque yo defino, mis rostros y personajes son definidos, tengo poca abstracción en mi obra y lo lamento porque me gustaría tener un poquito de abstracción en mi mente, pero no sucede porque observo y observo, fijo las formas, yo soy una persona conocedora de las formas, de la figura humana, de los huesos, de los músculos, me gusta profundizar en esos detalles.
Pero sí creo que todavía hay muy buenos dibujantes, no sólo Fabelo, todavía hay gente que dibuja pero prefiere pintar por muchísimas razones, porque la pintura atrae mucho, a los artistas nos entusiasma la idea de manchar, de llenarnos de pintura, de raspar, de hacer texturas… Sin embargo, el papel no te permite muchas cosas y todo el mundo no tiene ese deseo de hacer una línea, de tener esa calma, esa paciencia. A mí me gusta dibujar, y dibujo menos ahora simplemente por circunstancias de la vida, porque no tengo la ventana que tenía en la casa del Vedado, en la calle 27, cuando me sentaba a dibujar. Cuando vuelva a tener una ventana por donde entre la luz, tenga un jardín y pájaros, volveré a dibujar aunque siga haciendo pintura. Yo necesito levantarme en la noche y mirar las estrellas a través de una ventana y que por ella entren los gatos, lo que tuve siempre y ahora no tengo, a pesar de mis buenas condiciones de vida. Mi estudio de La Habana Vieja es fabuloso pero allí no me gusta dibujar, sino pintar. Cuando estoy dibujando me voy a otros mundos, me entretengo mucho más, cuando estoy pintando estoy más en la realidad. Extraño el dibujo, mis dibujos son finos, delicados, y es cierto que con ellos logré cosas buenas, importantes para mi obra.

Varios artistas de tu generación están incursionando en el trabajo volumétrico, en la escultura. ¿No te interesan estas experimentaciones?
A mí sí me interesa, ahora mismo se están haciendo unas esculturas mías en bronce, pero prefiero esa variante de encargárselas a alguien, no es que me falten ideas lo que no me interesa es irme a CUBANA DE ACERO y meterme a trabajar con ruidos, yo odio los ruidos… Aunque me gustaría hacer alguna obra monumental. Ya no hago las mujeres pájaros desde hace tiempo, pero a veces pienso que debería hacer alguna de ellas, bien bonitas, de manera tridimensional, con sus formas gráciles. Ya no tengo deseos de hacer trabajos a relieve como hace treinta años, yo soy más propensa a la instalación, al performance…, performance hace tiempo que no hago tampoco, pero no porque no tenga las ideas. En la próxima exposición que voy a hacer sí voy a incluir instalaciones.

¿Cómo se siente Zaida del Río en esta etapa de su vida y carrera artística?
Bueno, aún no ha concluido esta exposición de los pavos reales y ya estoy a punto de realizar otra exposición sobre el tema del Budismo, estoy pintando Budas; pero ya con más calma. Cuando haya otra oportunidad, haré una muestra con todos esos cuadros, con instalaciones y otras cosas más, también –en una faceta que exploto mucho como artista, la literatura– tengo dos libros nuevos de poesía para publicar. Me siento muy bien y con mucho entusiasmo para trabajar.