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Lecciones satelitales
16June
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Lecciones satelitales

Por Caridad Blanco de la Cruz

 

Luciendo su monocromatismo y como si de fotografías se tratase, la obra reciente de Reynerio Tamayo juega al paisaje, lo urde como ficción. El artista viene a ofrecer al espectador visiones desconcertantes donde parodia a la geomática en su estudio de la superficie terrestre. Con esas vistas compone un texto narrativo que se aleja de la interpretación científica de la geografía, en favor del humanismo que trazan los cuerpos de esas metáforas suyas que toman del arte, la historia y múltiples asuntos de actualidad, encarnando siluetas míticas y beligerancias múltiples, tras vestirse de península, ciudad, bahía, playa o isla, y protagonizar los segmentos de su serie Ojo satelital.

 

Estas fantasías de gran impacto visual creadas por Tamayo y reunidas como conjunto a propósito de la muestra La tierra comprometida, resultan una suerte de enigmáticas sentencias y particular aviso en relación con más de un atolladero que tiene ante sí el mundo contemporáneo. Mediante esta reescritura formal del arte pop implícita en su trabajo y a partir, sobre todo, de la apropiación paródica de un lenguaje tan común hoy como el de Google Earth, replica esa cultura visual global de la que participamos en el presente y que, al mismo tiempo, reflexiona sobre tópicos universales, recicla códigos de alcance semejante con los que consigue comunicar con eficacia sus ideas.

 

Para sus fabulaciones Tamayo se vale de un pensamiento forjado en consecuencia al ensanchamiento del área de consumo de la información alcanzado por la sociedad humana. No oculta su propia fascinación en tal sentido, y tampoco, el gusto por el sorprendente imaginario que de ello resulta. Sin embargo, su mirada crítica lo trasciende e intenta desnudarnos, velada pero sentenciosamente, la sobrecogedora dependencia que tiene el hombre actual del ordenador. Le inquieta esa realidad sustituta con que el individuo se alimenta a solas. Teme por esos náufragos que somos -como nos definiera Stefanía Mosca- del emponzoñado mar de la información.

 

Se nos obsequia aquí una nueva dimensión (en sentidos) de esos sitios que resultan: Laguna interior, Mito y realidad, El último día de Jackson Pollock, Habana, Bombardero, Playa y Harakiri. Todos ellos son cuerpos labrados por medio del montaje y el collage, híbridos de cuyo subterfugio mana imprevisiblemente la ironía. El panorama que Reynerio Tamayo ofrece, (re)crea tan solo impresiones acerca del mundo. Versiones y no otra cosa. Espejismos, virtualidades. Urge saberlo, para cuando desde arriba, alguien sienta dominarlo todo, no se engañe creyendo ser los ojos de Dios.