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En un lugar llamado San Agustín
15May

En un lugar llamado San Agustín

 

Por Héctor Bosch y Xenia Reloba

 

San Agustín es un barrio periférico. Es perímetro, derredor, borde, término, contorno, afueras, suburbios. Allí nos fuimos este lunes 14 de mayo, porque nos contaron que en el barrio adonde solo llega quien debe llegar estaban por inaugurar el primer Museo de Arte Contemporáneo de Cuba.

 

¿A quién se le ocurre localizar semejante institución en los alrededores de la ciudad? Vemos el programa de la Oncena Bienal de La Habana y surge el guiño: MAC/San es un proyecto de la gente de LASA, y donde ellos están se puede concebir casi cualquier cosa. Incluso, la complicidad de un entorno que no ha sido especialmente beneficiado por las prácticas artísticas a lo largo de su historia.

 

No más llegar nos percatamos de un «pequeño» detalle. Se trata de un edificio evidentemente abandonado por años. Muy pronto nos confirman: más de dos décadas ha permanecido en ese estado de olvido y dejación. No tiene paredes, pero el espacio es extraordinario. En un lugar como este, si uno se lo propone y lo dejan, se puede empezar a soñar… y no dejar de hacerlo, mientras haya arte, imaginación y capacidad de emprendimiento.

 

Uno de los artífices de la convocatoria, que en esta Bienal reúne once proyectos –dos de artistas cubanos y el resto de invitados extranjeros–, es Candelario, quien a su trabajo como creador suma la vocación de gestor cultural, compartida con la curadora, Aurélie Sampeur.

 

«MAC/San es la primera obra del proyecto LASA, lo más cerca que hemos estado de tener un Museo de Arte Contemporáneo, deseado por muchos años», explica, y habla del concepto de esta propuesta colectiva.

 

«Estos artistas han hecho su obra en armonía con el espacio, con el lugar. De un modo muy simple, hemos querido tocar de manera muy minimalista, con cositas pequeñas, diferentes, un edificio abandonado, cuyo propietario fue, hace veinte años, el Ministerio de Comunicaciones y luego pasó a ETECSA», apunta.

 

Y aunque el «inmueble» sigue teniendo dueño, «la gente lo que quiere ahora aquí es un museo de verdad», dice, consciente de que LASA no puede asumir su conducción, tratándose como es de un proyecto autofinanciado basado en la gestión de los recursos propios.

 

Nos interesa su punto de vista sobre el concepto de lo periférico, y hasta qué punto son LASA y MAC/San periféricos o no.

 

«No utilizamos el término ´periferia´ porque pienso que el artista que trabaja en la periferia tiene mérito siempre y cuando no ´habite´ en la periferia. Es lógico que si habito en la periferia, haga arte en la periferia. Por eso trato de que se precise bien que no es el arte en la periferia lo que nos motiva. Hacemos arte y vivimos en la periferia, por suerte… », aclara, antes de enumerar las razones que los acercan cada vez más a este territorio de 4 kilómetros cuadrados y 37 mil habitantes.

 

Estar aquí les «permite desarrollar proyectos tranquilos, sin tanta interferencia ni imposiciones. Tenemos un público realmente muy sincero», y agrega que en esta zona «no hay una biblioteca, un cine, un teatro o una galería de arte».

 

«Lógicamente, cuando hacemos algo de arte la comunidad se beneficia muchísimo», subraya, pero asegura que tampoco se trata de un proyecto comunitario: «es un proyecto artístico que tiene lugar en una comunidad».

 

¿Se puede crear un público para el arte?, preguntamos.

 

«Completamente. Aquí está sucediendo. San Agustín no pasó por el teatro, de ningún tipo, y hoy está teniendo teatro contemporáneo hecho en París. Estamos creando un público para el arte que ofrecemos. La gente está consumiendo, antes de haber consumido cualquier otra cosa, arte contemporáneo», responde satisfecho.

 

«En el 2008, cuando empezamos a realizar acciones en el espacio público, la policía nos hablaba de los locos que hacen una pila de boberías en la calle. Hoy, cuando hay un loco de verdad haciendo boberías en la calle, se preguntan si son de LASA», nos cuenta, y agrega que tienen la intención de impartir una conferencia sobre arte contemporáneo a los agentes del orden en la zona.

 

«Será la primera vez en Cuba que 100 policías reciban una conferencia sobre arte contemporáneo dada por nosotros y será ella misma un performance. Se les va a enseñar qué es el arte contemporáneo, que esa pregunta nadie la responde. No les vamos a decir qué es, sino a enseñarles, para que en el futuro seamos vistos todos de una manera más aceptada y no catalogada bajo términos que a veces no son los más correctos», explica.

 

«Yo les digo: denme tres años más y se podrá hacer aquí el arte que no se puede hacer en ningún otro lugar. San Agustín es muy abierto. Los artistas que han venido a trabajar con nosotros, que han tenido experiencias en la Habana Vieja, lo han definido: Bienal de La Habana en LASA ´mi amigo, un martillo´. Y yo me preguntaba por qué decían eso. Aquí lo comprobé. Porque la gente viene a traerte el martillo para que termines la ´pincha´», comenta.

 

Un Museo de Arte Contemporáneo… y ya aguzábamos la imaginación y la mirada. Pero la Bienal tiene un límite y nos tememos que este sueño también es efímero.

 

«El año que viene haremos nuevamente MAC/San, y creemos que va a tener mucho mejor resultado porque estará mejor organizado. No sé si será aquí, en este lugar, pero sí será en San Agustín», asegura.

 

«MAC/San será un museo de verdad. Cuando digo de verdad sigo diciendo sin paredes. Un museo para el arte en el espacio público no debe tener paredes. ¿Qué hace un performance que sucedió en el Malecón recluido en la pared de un museo? Dejó de ser arte en el espacio público. Nosotros consideramos que las prácticas artísticas del siglo xxi van a mutar enormemente», nos comenta.

 

«Hoy se construyen los mejores museos del mundo en toda Europa y todos terminan en el mismo punto: vacíos. Tienen que hacer cosas afuera para que la gente entre un poquito. Nosotros vamos a hacerlo al revés», subraya y anticipa: «Queremos hacer un performance en agosto. Voy a poner acá adentro a tantas personas que no se pueda caminar un centímetro. Serían como 10 mil personas. Quiero llenar este edificio, en toda su dimensión, de una persona al lado de la otra.»

 

Y con mucha idea y bastante empeño, los de LASA pudieran lograrlo. A fin de cuentas, esta tarde de lunes crearon un performance en menos de dos horas. En ese tiempo movilizaron a los niños y ellos vinieron. Porque San Agustín es un barrio agradecido y periférico, ¡a mucha honra!