El pasado 24 de enero quedó inaugurado en Lima, Perú, un proyecto esperado por muchos años: el Museo de Arte Contemporáneo (MAC). La idea data de mediados del decenio de los cincuenta, cuando un grupo de intelectuales y artistas funda el Instituto de Arte Contemporáneo y comienza a seleccionar y coleccionar las obras de arte destinadas a un futuro museo.
Cada nación en Latinoamérica ha pasado por un proceso similar, con resultados positivos o no. Los altos costos de readecuación o construcción de un espacio expositivo, de conservación, de mantenimiento de las colecciones, conspiran contra la oportunidad de exhibir, en las capitales fundamentalmente, la producción visual de los siglos xx y xxi, con muestras permanentes y temporales que doten a la institución de una particular dinámica.
El proyecto del MAC de Lima no fue ajeno a estas circunstancias. La colección fue guardada por muchos años en depósito en el Museo de Arte de la ciudad, con el inconveniente de que se interrumpió la adquisición o donación de obras de arte. Es esa etapa de “silencio artístico” a la que se refiere la curadora y crítica de arte Élida Román.
En la concreción del proyecto se sumaron la disposición estatal y la iniciativa privada. El local, con una galería para exhibir su fondo permanente (más de 200 piezas) y tres espacios para instalar muestras temporales, está ubicado en el Parque Confraternidad de Barranco y es un ejemplo feliz de integración con el entorno.
Fuente: http://www.larepublica.pe