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Itinerario Bienal: Proyecto Casablanca, encuentros por tierra y mar
04June

Itinerario Bienal: Proyecto Casablanca, encuentros por tierra y mar

Por: Clotilde Serrano

 

No llegue el día inaugural, por tanto ya sufrí la mediación de haber visto mucho de lo que ocurrió allí por la imágenes de televisión. Sin embargo, experimenté, el reflujo, la sensación de lo que queda en el lugar y el imaginario de los habitantes, porque para mí este pequeño pueblo ultramarino tiene un valor sentimental significativo. Mis primeros años de vida transcurrieron atravesando la Bahía de La Habana y me une, a Regla y Casablanca, mi propia historia. Por tanto, a pesar del paso de los años y de pocas visitas, en las que el deterioro de lugares para mí muy cercanos provocaba el desaliento, ver ahora una comunidad invadida por el buen arte, con un cambio del entorno para bien de sus habitantes ha sido una satisfacción enorme.

 

Recorrido personal…

 

Me adentro en el poblado y  compruebo el vaticinio de que Casablanca se convertiría en uno de los principales núcleos expositivos de la Duodécima Bienal. Un total de 25 artistas de más de 17 países participan con sus obras en esta comunidad renovada. La importancia de Casablanca desde el punto de vista patrimonial y cultural es considerable pues allí confluía el tren de Hershey, el único tren eléctrico de Cuba, que enlazaba un central azucarero de igual nombre, con Matanzas y La Habana. A la vez su emplazamiento al borde la bahía, convirtió al pueblo desde el siglo XVIII en un punto elemental para hacer carenar las embarcaciones. Una población por un lado vinculada a los oficios del mar (pescadores, carpinteros calafates, patrones de pequeñas lanchas y estibadores), junto a un segmento vinculado a la industria del azúcar y del ferrocarril conformó su entramado poblacional. Me perdí la conga con la que todo el pueblo dio la bienvenida a quienes cambiaron su entorno. Muy junto al mar están las setenta multicolores sillas de playa en lona y madera, obra de la chilena Guisela Munita, que dan el toque de pueblo de mar y la cercanía de la gente  a su eterno encanto. En el parque, creadores mexicanos emplazaron un taller móvil de grabado, en técnica de linóleo, en el que imprimen piezas de más de 300 artistas de su país, mientras el Club de Computación, también remodelado, exhibe videoarte y juegos electrónicos de participación. Pero lo más destacado, entre otras instalaciones ubicadas por el parque, es la intervención de la emblemática parada del tren de Hershey por el destacado artista francés  Daniel Buren. Este creador despertó el interés del arte contemporáneo mundial al desplegar papeles rayados en la década de los sesenta en las estaciones del metro de París, acción muy relacionada en aquel momento con el Mayo francés del 68. Esta línea que Buren ha usado a lo largo del tiempo para impactar en las áreas urbanas es también la seguida en el diseño de la vieja estación ahora remodelada, y que exhibe líneas blancas y azules, aunque algo más pequeñas que las que lo dieron a conocer al mundo.  También la obra del peruano César Cornejo, quien seleccionó algunas viviendas del poblado las que decidió arreglar constructivamente, para que sus vecinos le dieran la oportunidad de intervenirlas con sus piezas, así la casa de una familia de pescadores exhibe ahora en su fachada una hermosa instalación que simula tres botes, confeccionados en madera y planchas de metal.      

 

Génesis de la idea…

 

La decisión de escoger Casablanca estuvo dada por su topografía, por ser un pueblo situado al margen de la bahía y por tener esta doble condición de poseer un patrimonio industrial y marítimo. Esto permitió socializar ideas entre arquitectos que ya tenían el propósito de realizar acciones para rescatar el poblado y artistas de la plástica con la intención de intervenir espacios urbanos e interactuar con la comunidad.

 

En una entrevista publicada por el sitio de la Bienal y realizada por la especialista Bárbara Avello, el arquitecto y profesor Renán Rodríguez declaró que esta idea salió de un taller que se realizó con estudiantes de quinto año de la especialidad de Arquitectura que tuvo como principal objetivo particularizar los valores del patrimonio cultural de las infraestructuras que conectan diferentes lugares. Una instalación en la calle Coloma, frente al parque de Casablanca, tiene montada una gráfica urbana que ilustra el proyecto de esa posible estación intermodal al otro lado de la Bahía de La Habana, que pretende darle valor al atracadero y al espacio público desde la lanchita hasta el tren.

 

Resultados…

 

Estos modestos cambios en fachadas, parques y plazas de Casablanca han  provocado un cambio a favor que, sin dudas, juega un papel muy importante para la cultura, el patrimonio y los propios miembros de la comunidad. Esta integración transdiciplinaria entre creadores cubanos y extranjeros puede generar futuros proyectos que generen nuevas perspectivas para el desarrollo local con énfasis en los valores identitarios. Me despido de Casablanca esta vez, con la alegría que hoy tiene su gente y su eterno sabor a mar.

 

Fuente: Cubarte