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Sancho Panza no era gordo y otras curiosidades sobre ‘El Quijote’
26February
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Sancho Panza no era gordo y otras curiosidades sobre ‘El Quijote’

Por: Miriam Elies

 

Es uno de los libros más traducidos y editados de la historia. Millones de personas de alrededor del mundo han leído ‘ El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha’ de Miguel de Cervantes, considerado una de las obras más importantes de la literatura universal. Cuatrocientos años después de su primera publicación, las aventuras del inmortal caballero Alonso Quijano albergan curiosidades que muchos desconocen.

 

Puede que la más asombrosa sea la relativa a las curvas de Sancho Panza. Aunque todas las ilustraciones muestran al leal escudero del hidalgo como un hombre gordo, Cervantes nunca lo describió como tal. El presidente de la Asociación de Cervantistas José Manuel Lucía Megías explica el porqué: “El libro muestra a un personaje muy cercano al deseo de comer, pero hay contraposiciones. En la primera parte se encuentra al supuesto autor arábigo de Don Quijote de la Mancha, Cide Hamete Benengeli, y se dice que el original árabe -un manuscrito que nunca existió- tiene unos dibujos en el lateral en el que aparece Sancho Zancas, porque lo más llamativo de él es que tiene las piernas muy largas”.

 

La famosa frase de “ladran, Sancho, señal que cabalgamos” no es de Cervantes. Tal y como explica Megías, “aun siendo un nombre muy propio del romancero, cuando se dice Sancho se piensa automáticamente en El Quijote, pero no aparece en el libro”.

 

La primera edición de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, publicada en enero de 1605, contenía varios gazapos. En este caso, es el asno de Sancho Panza el protagonista. Rucio es robado pero, unas páginas después, el escudero continúa viajando a lomos de su burro como si nada hubiera pasado. Lo mismo ocurre con el yelmo del hidalgo Alonso Quijano, que se hace trizas en un capítulo y al siguiente sigue intacto. Los descuidos del escritor hicieron que hasta sus protagonistas cenaran dos veces en una misma noche. “En la segunda edición de 1605, Cervantes escribió unos fragmentos para corregir el error, pero fueron colocados en un lugar equivocado del libro”, explica Megías.

 

El experto cervantista cuenta que las curiosidades de la obra llegaron hasta su impresión. “La división en capítulos de la primera parte de El Quijote no es obra de Cervantes. Él puso unos capítulos, pero algunos de ellos eran muy largos y en la imprenta decidieron dividirlos en dos y titularlos. Además, se incorporaban sin sentido, a veces incluso en mitad de una conversación”, detalla. “Por aquel entonces el autor vendía la licencia de impresión de su obra -en este caso a Francisco de Robles- y perdía todo el control sobre su texto porque el editor podía incorporar este tipo de cosas sin su conocimiento”.

 

El libro se convirtió rápidamente en un bestseller, pero Miguel de Cervantes no obtuvo beneficio económico alguno por ello. En el siglo SVII los escritores solo vendían la licencia para imprimirlos y ese era su única ganancia.

Una edición de ‘Don Quijote de la Mancha’ publicada en 1611 en Bruselas (Ana Chain - EFE)

Otro de los grandes misterios es que Cervantes tardó diez años en escribir el segundo libro. Sí se sabe el motivo que le empujó a acabarlo: la publicación de una segunda parte de El Quijote firmada por Alonso Fernández de Avellaneda. “Para criticar el libro de Avellaneda, Cervantes incorporó un personaje protagonista de dicha novela, Álvaro Tarfe, y lo utilizó para desacreditar por completo a su rival con una genialidad”, cuenta Megías. Tarfe hará una declaración jurada ante notario en el que asegurará no conocer al verdadero Don Quijote de La Mancha y que durante toda su vida anterior -haciendo una clara alusión al libro de Avellaneda- había estado con un falso Don Quijote sin saberlo. “Es un juego literario que rompe los límites entre la ficción y la realidad”, define el experto cervantino.

 

Y sí. Ese lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiere acordarse el Quijote -ni desvelar Cervantes- existió desde siempre. Según afirma José Manuel Lucía Megías, es Argamasilla de Alba, Ciudad Real.

 

 

Fuente: http://www.lavanguardia.com