Pasar al contenido principal
¡Yo soy la Virgen de la Caridad!
08September

¡Yo soy la Virgen de la Caridad!

Por: Tamara Gispert (Para Excelencias Cuba)
 
¡Yo soy la virgen de la Caridad! Rezaba la tablilla sobre la que flotara cuando fue encontrada la imagen en la bahía de Nipe, al norte de la provincia de Santiago de Cuba. Tras una serie de leyendas, realidades y demostraciones mágicas religiosas, esta deidad se respeta y reconoce por todos los cubanos como la Patrona de Cuba.
 
 
Insertado este culto en el quehacer y pensamiento cotidiano, la más importante de nuestras deidades, desde el siglo XVII, es el orgullo del cubano que asume esta avocación, como algo propio, y no se ocupa de averiguar, ni conoce desde cuando le pertenece, ni cuál es su origen, ni el porqué de su presencia en el Santuario del Cobre. Solo sabe que lleva su esencia y lo representa.
 
El 24 de septiembre de 1915, los mayores generales del ejército mambí Jesús Rabí y Agustín Cebreco encabezando a dos mil combatientes mambises, cabalgan desde Santiago de Cuba hasta El Cobre, para solicitar a la Santa Sede el reconocimiento solemne de la Virgen de la Caridad del Cobre como patrona de Cuba.
 
Así el Papa Benedicto XV, el 10 de mayo de 1916, por rescripto pontificio declaró la imagen de la Caridad y de Los Remedios, como Patrona de la República de Cuba. De esta manera se hacía honor a nuestra Cachita, madre de los Cubanos desde siempre y que acunaba en ella a todas las religiones y razas, así con un nuevo título religioso se convertía oficialmente en la Patrona de Cuba, una deidad que según nuestros historiadores, Fernando Ortiz y Olga Portuondo Zúñiga, estuvo presente por mérito propio, en nuestras vidas, desde antes de la conquista.
 
Los fenómenos del sincretismo cultural en Cuba, al igual que en el resto de los países insulares, son vistos desde el momento de la colonización. La drástica disminución de la población india en un tiempo relativamente corto de la historia, apenas unos 50 años, y usualmente no se considera su aporte al sincretismo cultural cubano. Lo cierto es que sus características no desparecen totalmente de nuestra cultura, si no, que se fusionaron a otras mutaciones más numerosas la española y la africana.
 
Se piensa que la Virgen de la Caridad del Cobre, apareció por primera vez en la bahía de Nipe. Esta hipótesis errónea ha sido demostrada por nuestros arqueólogos, entre los que destaca el Dr. Antonio Núñez Jiménez, ya que en esta zona son numerosos los lugares de asentamientos tardíos aborígenes, donde se evidencian los contactos culturales entre indios y europeos.
 
Esta zona, marcada como sitio arqueológico, coincide con los lugares desde donde en aquellas épocas pudieron salir expediciones en busca de sal a la bahía de Nipe. Hacia este lugar se embarcaron los tres monteros de la leyenda, que más tarde hallaron cerca de su canoa, a la imagen flotando sobre una tablilla y con la inscripción que le da nombre a la virgen. Desde Nipe, al norte de la región oriental de Cuba, hasta las inmediaciones septentrionales de la Sierra Maestra, existe una zona de gran transculturación.
 
Durante los primeros años de la conquista muchos europeos convivieron con los indios. Ermitaños como Mathías de Olivera y Melchor de los Remedios sirvieron de intermediarios en el proceso de sincretización. Está claro que Los nativos no entendían la religión cristiana, ni sabían que existía dios, muchas veces eran conducidos a los lugares religiosos por indios criados por españoles de quienes aprendieron las oraciones y nada más.
 
Otras de similitudes con los dioses del panteón aborigen como la diosa Atabex venerada por nuestros indios por sus cualidades para la maternidad y su costumbre de desaparecer, característica común en las deidades aborígenes. Cuentan que nuestra patrona hizo su primera desaparición registrada, en hato de Barajagua, en cuyo centro se erigió el rustico bohío que sirvió de primer santuario a la Virgen de la Caridad, dejada al cuidado de un indio. Allí fue donde por primera vez desapareció y regreso con las ropas mojadas para dejar sentada su relación con las aguas.
 
Todo hace indicar que el aborigen cubano concentró en el culto a la Virgen de la Caridad sus deidades y mitos más representativos por su sencillez y correspondencia panteísta los que condicionaron la sensibilidad religiosa popular transmitida a indios, mestizos, negros y blancos.
 
Lo cierto es que Fernando Ortiz describía en sus investigaciones que la luna con los cuernos hacia abajo, era una herencia de la tradición Arauca. La luna, dueña de las aguas y originaria de ellas se le atribuía virtudes fertilizantes que ayudaban al crecimiento y la vida, por eso su relación con las conchas marinas utilizadas para sus ritos y vestidos y el emblema universal de las conchas como fertilidad por su semejanza con los perfiles vulvares. La luna creciente es símbolo de magia curativa, y los cuernos fueron símbolos de fertilidad, fecundidad y buena suerte.
 
Los indios habían sido atraídos al culto de la virgen, por factores arraigados en sus propias prácticas religiosas. El color del membrillo cocido, cobrizo de la imagen del Cobre, bien pudo ser de la raza india y no africana, un emblema más del culto agrario.
 
Otra prueba es la existencia de un cuadro de la virgen del cobre del siglo XVII cuyo rostro posee facciones toscamente talladas como las de una india, y carga en su brazo izquierdo un niño que es casi un madero. Mucho son los registros de los primeros contactos de la colonización. Entre ellos el padre Bartolomé de las Casas, deja claro que la imagen de la virgen maría, es asumida por los aborígenes como un cemí más, cuyo poder mayor era el de trasmitir la carga mágica que ante ellos tenían los conquistadores.
 
Con el de cursar de la historia de nuestra tierra, las conquistas y luchas de liberación, la diosa Atabex, de nuestros primeros aborígenes fue desarrollando las características propias del cubano que se iba gestando hasta hoy. Así, dentro de la santería, será Ochún, voluptuosa y sensual, dominadora de las aguas, virgen maternal, la Mamá Chola de la Regla de Palo o Palo Monte, es la manifestación de la madre agua, el Santo Blanco Ercilí, del vudú Cubano, llena de joyas y diosa del amor de las aguas y del parto. Todas ellas equiparadas a nuestra patrona, son la expresión de un hermoso sincretismo religioso. De esta manera lo que pudo en un inicio ser foráneo se convertiría en criollo y auténticamente cubano.