Texto y fotos: Toni Piñera
De Perú regresan un conjunto de piezas que suman formas, colores y magias de los artesanos, quienes con su ingenio regalan en FIART 2016 diversos asombros manuales.
En la inmensa y laberíntica Feria, abierta en PABEXPO, que llega a su 20ma. edición la vista tropieza de pronto, con el stand de la familia Oré. Allí se respira un arte que llega desde lo más profundo de la tierra americana. Entre ellos, el barro de Ayacucho –la capital peruana de la artesanía- cobra vida en disímiles objetos (nacimientos, catedrales, retablos, casas, hombres…) que respiran en una dimensión artística para hablarnos de historias y anhelos del hombre.
En esa familia de artesanos se guardan como un tesoro las auténticas y ancestrales tradiciones que trasmiten de generación en generación. Compuesta por Virgilio, Georgina y sus 6 hijos entregan aquí en FIART, desde hace más de diez años, un conjunto de creaciones expresivas, salidas del talento, y esas manos que crean el puro arte peruano.
Entre tanta artesanía, de la buena, la vista alcanzará con particular ímpetu genuinas piezas (güiras o calabazas) que llevan “tatuadas” toda la historia milenaria de la región. Sobre la liza superficie graban y tallan con el buril (enrojecido por el fuego) unos pirograbados que se convierte en espejos donde se reflejan las tradiciones y los hombres que habitan sus tierras.
En ese espacio mágico se muestran tejidos multicolores que devienen bolsos, hamacas, alfombras, ponchos… Un sinfín de anécdotas que los artesanos peruanos copian de la naturaleza para enriquecer la vida.