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Emilio Morales: La música es un estado de ánimo
21May

Emilio Morales: La música es un estado de ánimo

No puede acostarse a dormir sin “haberle pasado la mano al piano” en algún momento, y no concibe hacer música sin que la cubanía brote “en el estribillo, en la síncopa, en el tumba’o…Lo cubano se lleva en la sangre y sale, siempre, en cada nota”.

Emilio Morales, músico cubano, arreglista y compositor, es virtuoso del instrumento que eligió desde la niñez en la interpretación de repertorios de la música popular bailable, el feeling, la canción y, sobre todo, en el jazz, “donde realmente siento que se es más libre desde el punto de vista musical”.

Espontáneo, carismático y en especial, afable, Emilio transita desde el clasicismo hasta lo contemporáneo, “porque la formación en las escuelas de la enseñanza artística en Cuba así lo permiten, y quienes egresamos de sus aulas y en ellas estamos todavía como profesores, comprendemos la importancia de desplazarnos por ese abanico con amplitud”.

En 2008 fundó la agrupación Los Nuevos Amigos, en la que le acompaña desde entonces Enrique Lazaga, y a la que se han sumado muchos músicos a lo largo del tiempo. “El nombre es un pretexto para arrancar del olvido aquellas descargas de Israel “Cachao” López y de otros talentosos en los años 30 del siglo pasado”. Como una reunión de amigos al fin y al cabo, se ha aderezado con voces como las de Vania, Leo Vera, Osdalgia, Omara Portuondo, Beatriz Márquez y Sory, entre otros, que le ponen sentimiento a las composiciones de figuras cimeras como José Antonio Méndez, Rolando Vergara, Piloto y Vera, Frank Emilio, Eliseo Grenet, Ñico Rojas, Adolfo Guzmán, César Portillo de la Luz, María Teresa Vera y muchos más.   

¡Artista!  Esa fue la palabra que, según los recuerdos de su madre, pronunció Emilio con solo 3 años. Aunque no está convencido de ello, lo cierto es que fue ese el impulso para que ella, quien tarareaba canciones todo el día, lo adentrara en el mundo de la música, aunque en la familia seria él el primero en recorrer ese camino. “Mi madre adoraba el tango y quiso que tocara acordeón, para acercarme de algún modo al bandoneón. Por suerte, en la escuela, me convidaron al piano y desde sus teclas la complacía a veces, con aquellos tangos desgarradores”.

A su padre le agradece Emilio haber concluido sus estudios en la Escuela Nacional de Arte, “porque más cerca de terminar la carrera que de haberla empezado, pensé en abandonarla. Mucha dedicación, mucha práctica diaria, y sobre todo el temor de no poder superarme. Pero él vio un futuro en mí, como lo vieron los profesores de la escuela que tuvieron tanta paciencia conmigo. Era muy joven y en ocasiones, cuando se es tan joven, no se valora lo que uno es capaz de hacer para trazarse un futuro”.

La música se siente desde dentro, y solo así puede brotar pura y perfecta, me dice. “No basta con aprenderte la partitura y creer que así ya tocas a Chopin, a Bethoveen, a Mozart. Todo lo que aprendí con los profesores de la escuela soviética en aquellos años me hizo cambiar mi percepción de lo que hacía. La música no es reproducción mecánica de unas notas…La melodía, la armonía, la pasión que se irradia desde dentro, eso es otra cosa”.

Su trabajo en la Orquesta Hermanos Avilés, durante su estancia en Holguín luego de graduado, le amplió sus horizontes musicales y a partir de ahí, luego con Joaquín Betancourt en Opus 13, con César López en Habana Ensemble, con Paulo FG y su Élite, con José Luis Cortés y NG La Banda, Emilio comprendió que “el músico tiene que ser ágil, tiene que ser mejor cada día, tiene que entender las fórmulas de la improvisación, tiene que aceptar que siempre hay algo nuevo por aprender”.

¿Cómo mantener la cubanía, aún cuando interpretes temas de autores extranjeros?, le pregunto. Sonríe. “Escucha…La música se respeta como se respeta el legado de los grandes. Mantener la cubanía no es regresar totalmente a los años 50. No, es dejar fluir lo que somos, porque ser cubano se respira y se contagia. La música es también un estado de ánimo, y no se puede interpretar el I Movimiento de la Sonata Patética de Bethoveen igual que un tema de Frank Emilio, o Dizzy Gillespie. Si la sientes, si la dejas entrar en ti, entonces saldrá como debe ser”.