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Sexta edición del Istmo Centroamericano
08February

Sexta edición del Istmo Centroamericano

En la visibilidad del conjunto de expresiones y artistas identificados por la crítica especializada como la vanguardia centroamericana, han sido decisivas las bienales de arte nacional (seis en total),* que los países del área organizan desde 1978 –iniciada con la Paiz de Guatemala–, y que culminan con la celebración de la Bienal del Istmo, cada vez en un país diferente.

Como resultado de esos eventos, y gracias al trabajo de muchas instituciones y personalidades de la cultura visual, podemos hallar a notables artistas centroamericanos en diferentes eventos internacionales: Regina José Galindo, Walter Iraheta, Marcos Agudelo, Wilbert Carmona, Andrés Asturias, Adán Vallecillo, Federico Herrero, Regina Aguilar, Karla Solano, Esteban Piedra, Verónica Riedel, Rogelio Salmerón, Ronald Morán, Colectivo La Torana, respaldados por una compleja producción de obras y proyectos cuya naturaleza se encamina a expresar realidades poco conocidas fuera de sus contextos particulares, y aspectos del ser y la existencia en Centroamérica hasta ahora privativos de la literatura, la música y el cine.

Auspiciada por la Fundación Ortiz-Gurdián y el banco Promérica, y organizada por el Centro Cultural Mujeres en las Artes (MUA), acaba de concluir en Honduras la sexta edición de la Bienal del Istmo, bajo la dirección de América Mejía y el infatigable curador y promotor Bayardo Blandino.

Expuesta en el Museo de la Identidad de Tegucigalpa, reunió obras de los artistas premiados en sus respectivas bienales nacionales. Un jurado compuesto por el mexicano Julián Zugazagoitia, director del Museo del Barrio de Nueva York; el colombiano Félix Ángel, director del Centro Cultural del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Washington, y por el curador independiente ecuatoriano Rodolfo Kronfle, otorgó el primer premio a Marcos Agudelo (Nicaragua) por su obra “A la tumba perdida de Andrés Castro, a los héroes sin tumba de Nicaragua”, 2008, micro instalación y video; el segundo a Esteban Piedra (Costa Rica) por “Estudio para la deconstrucción de una(s) casa(s)”, 2008, madera, plexiglás, hierro, insectos y video proyección, y el tercero: Verónica Riedel (Guatemala) por “Moto-taxi blindado (Tuk Tuk)”, 2008, medio de transporte público a tamaño natural. Y una mención honorífica a Errol Barrantes (Costa Rica) por sus obras en fotografía digital “En las orillas del Virilla: de la serie Soñar no cuesta nada, 2008.

Aproximadamente 40 artistas exhibieron obras y proyectos en diferentes salas del Museo; variedad de tendencias, temas y soportes que hoy constituyen, de un modo u otro, la pluralidad del arte centroamericano. Esta Bienal, aún con restricciones de espacio para cada artista invitado y problemas heredados de viejas concepciones en cuanto a sus bases y convocatoria, enunció en cierta medida los caminos posibles hacia donde se dirige lo más significativo de la región.

Ninguna bienal es expresión fidedigna de lo que ocurre en tantas latitudes, sin embargo esta sexta edición del istmo centroamericano dio pruebas de cambios y modos de operar hoy entre los artistas, mayoritariamente jóvenes y principales propulsores de este tipo de evento. Todo parece indicar que está comenzando a gestarse una conciencia mayor acerca del rol de las Bienales en el desarrollo de la escena artística de Centroamérica, por lo general apoyadas y sustentadas en el financiamiento privado de instituciones que luchan contra viento y marea por encima de la ignorancia o incomprensiones de todo tipo, tal y como actúan la Fundación Paiz de Guatemala y la Fundación Ortiz-Gurdián en Nicaragua, las cuales, en tanto entidades importantes, participan además en el desarrollo de objetivos sociales a mediano y largo plazo.

Otros países tienen sus esperanzas cifradas en museos públicos, en institutos o ministerios encaminados a dar pasos cruciales a favor de lo que ocurre en el ámbito de las expresiones artísticas contemporáneas.

Hay un despertar enfático hacia el mundo global, por un lado, y hacia lo más auténtico de expresiones y manifestaciones locales, por otro, que va más allá de lo conocido y establecido por historias particulares del arte de la región, luego de décadas de oscuridad o grisura en el plano de su propia proyección.

Existe un propósito real de insertar la región en el panorama universal del arte a partir de obras y proyectos institucionales y alternativos cuya discursividad transita por variados caminos, de adentro hacia fuera y viceversa. Podemos anticipar que se trata de una nueva era desde la cual no hay retroceso. En igualdad de condiciones, Centroamérica participa hoy del incuestionable movimiento que hace de toda Nuestra América una fértil experiencia artística contemporánea del sur.

* No incluyo a Belice a pesar del importante trabajo realizado allí por el artista, curador y promotor de origen español Joan Durán. Sólo aquellas naciones hispanohablantes.