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Llegar, pasar... y no poder parar
08April
Artículos

Llegar, pasar... y no poder parar

Manolito Simonet y su Trabuco en Venezuela

Con esa especie de vuelta a los inicios que vivió en el tránsito espectacular por Venezuela, pareciera que al maestro de la timba cubana Manolito Simonet le durará un largo tiempo el influjo renovador que recibió del público durante su reciente presentación aquí.


Para él de modo particular, aunque también para todos los muchachos de su gran Trabuco, el sismo de toque y baile que provocaron en el teatro capitalino Teresa Carreño, a escenario compartido con la clásica Dimensión Latina, dejó la misma huella inspiradora de los años mozos en que oyó por vez primera a los llamados Generales de la Salsa, y a partir de ellos orientó su carrera musical.


«Es que mi formación en los géneros bailables tiene que ver directamente con Dimensión Latina», acuñó Manolito. «Nosotros hacíamos la música de otra manera, un poco más rápida. Se le empieza a llamar timba porque tenía mucha influencia del jazz.

Irakere, Raíces Nuevas, Afrocuba… hacíamos algo más inquieto, cuando empezó a escucharse por Guantánamo, por Santiago de Cuba, el sonido de una música de nosotros, pero con elementos incorporados como los trombones, que casi no utilizábamos. Fue Dimensión Latina y su cadencia exacta. Yo diría que la orquesta venezolana llegó con toda su influencia en el momento justo, para que la música cubana se consolidara. Por eso este concierto fue una oportunidad inmejorable de revivir y agradecer».

El Trabuco del maestro cubano Manolito Simonet hizo las delicias de un público exigente en el Teresa Carreño, de Caracas.
Manolito y el Trabuco acudieron a Caracas con un motivo esencial: el lanzamiento del disco No puedo parar, grabado en La Habana bajo la firma de la casa Bis Music y traído aquí de la mano del sello local Jim Productions, un hecho que por sí solo marcó un hito, al realizar por primera ocasión el estreno mundial de un fonograma suyo fuera de Cuba.

Pero el momento pasó a la historia por algo más que la promoción. El concierto desbordó las emociones de un público convertido en el coro acoplado de todas las canciones y el mejor cuerpo de baile sin ensayo previo.


El repaso musical no merecía menos. A las nuevas piezas de No puedo parar el Trabuco sumó la vuelta sobre números sonados como Marcando la distancia, disparó la temperatura en la voz y el carisma de la invitada Tania Pantoja, rindió tributo al ícono Juan Formell en los compases de su Sandunguera y confirmó fidelidad a las raíces antillanas mediante la remembranza danzonera de Tres lindas cubanas.

Dimensión Latina abrió y el Trabuco cerró un espectáculo que unió sus voces líderes: Rodrigo Mendoza y Wladimir Lozano (en los extremos) con el cubano Ricardo Amaray.
En la apertura, la Dimensión Latina honró la invitación con un saludo cubano evidente en el acercamiento interpretativo a Frutas de El Caney, el insigne bolerazo Desengaño cruel y la cortesía que dedicó al Trabuco en su versión salsa-timbera de Locos por mi Habana.


«Nos quedamos asombrados de que la gente aquí conociera tan bien un disco que acaba de salir en Cuba. Incluso, allá hemos sido nosotros muy cautelosos en ir sacando los temas, poco a poco, para que no se quemen, y resulta que los venezolanos se lo saben de memoria», apostilló Manolito.


«Así nos ha pasado en varios países de América, en Europa también. Siempre hay una comunidad venezolana que domina todo lo que hacemos, y no solo de nosotros, sino de Pupy, de Van Van, y otras orquestas. Aquí hay más de setenta academias de baile de salsa casino, y están bailando con la música cubana, no con la neoyorkina o puertorriqueña, diferente a lo que hacen otras escuelas, que combinan todas las músicas. Lo que pasó en el Teresa Carreño es lo que pasa diariamente en estas academias: una clase con bailadores venezolanos, pero música cubana»


Con tan contundentes lazos —exaltados en el gesto simbólico de la bandera enviada por el ministro cubano de Cultura a Dimensión Latina, y entregada in situ por Julio Benítez, gerente de la agencia artística Presencia—, es fácil adivinar que la conexión musical dará para mucho más.


«De hecho, a raíz de una magnífica idea de Julito, de la agencia Presencia, y a quien agradecemos la oportunidad de nuestra presentación acá, vamos a hacer un tipo de integración de creadores cubanos con grupos e intérpretes venezolanos, pero allá en Cuba», detalla Manolito. «Será una gran producción, en la que me acompañará la casa discográfica Bis Music. Ya estamos planificando las disqueras y los músicos que intervendrán, para comenzar lo más pronto posible. Hablamos, por ejemplo, de colaboraciones con Jimmy León —hijo de Oscar de León—, Wladimir Lozano, la propia Dimensión Latina, grupos de música tradicional, clásica, bailable…; o sea, no vamos a centrarnos en un solo género, sino en cuantos puedan integrarse a esta idea. Realizarlo en Cuba va a ser más emocionante, sobre todo entre los músicos de la Isla, pues lo que sucedió con Dimensión Latina en mis inicios, también le pasó a Adalberto Álvarez, a Germán Velazco, a Joaquín Betancourt y otros grandes orquestadores que ya manifestaron querer participar también, como arreglistas, en este proyecto»


Definitivamente, nada hubo de casual. La incursión venezolana del Trabuco, al amparo del lanzamiento de No puedo parar, inspiró todo el camino inmediato.
En lo adelante, tal parece que Manolito no podrá parar.