El Centro de Arte Contemporáneo de Málaga inaugura El corazón manda, título de la muestra comisariada por Fernando Francés. La exposición reunirá cincuenta obras de Santiago Ydáñez, entre pinturas sobre diferentes soportes, objetos intervenidos y una escultura taxidérmica. La muestra consta de una selección de sus creaciones de los últimos diez años, desde algunos de sus característicos rostros, a animales, obras reinterpretadas de la Historia del Arte, desmembramientos, escenas de soft porn con incursiones de animales o figuras desnudas femeninas. Estas, siempre, realizadas bajo la pincelada veloz y decidida que caracteriza a Ydáñez, con la que consigue la inconfundible belleza desgarradora de sus obras. El artista jienense oscila entre el expresionismo más intenso y el romanticismo más frágil.
“Lo que más me gusta de la pintura, es el propio hecho pictórico, el pintar. Mientras se pinta se tienen unas sensaciones muy intensas sobre las cosas. No solo sobre lo que estás pensando, estás pensando en mil cosas a la vez, aunque estés centrado en el propio cuadro. Es un hecho bastante reflexivo y bastante intenso el placer que te da”, declaraba Santiago Ydáñez sobre sus inquietudes artísticas. “Para mí la pintura es comulgar con uno mismo de una manera muy visceral; es en el proceso donde mi energía explota y se plasma en la obra. La emoción más grande”.
Para Fernando Francés, director del CAC Málaga, “su forma de pintar es muy rápida e impulsiva, cargada de energía y un cromatismo pardo en cada pincelada. De acusada expresividad y fuerza, Ydáñez ejecuta su obra con gran unidad y frescura, conectadas por el agua de los acrílicos utilizados en sus pinturas. Al artista no le interesa contar historias, sino crear sensaciones que envuelvan al espectador rápidamente. La exposición del Centro de Arte Contemporáneo de Málaga, El corazón manda, con una selección lírica de su obra, muestra las temáticas más recurrentes del artista. Ydáñez lo mezcla todo, consiguiendo una simbiosis de espiritualidad profana con lo visceral que comparten las personas y los animales, mostrando esa brutalidad o fanatismo que se puede hallar dentro de la religión”.
El título de la exposición El corazón manda, hace mención al lema de la fachada de La Casa de los Tiros de Granada. En ella, a modo de jeroglífico y sobre la puerta principal, puede leerse, EL (un corazón en bajorelieve atravesado por una espada) MANDA, EL CORAZÓN MANDA.
Santiago Ydáñez, nacido y criado en Puente de Génave, Jaén, de unos dos mil habitantes, tuvo contacto con la religión católica, la imaginería, la naturaleza, el mundo animal y la caza desde su infancia. De ahí su irrisorio pudor a la hora de mostrar platos llenos de cabezas desmembradas, vírgenes en actitudes poco decorosas o partes del cuerpo de seres humanos u otras escenas que podrían resultar chocantes a ciertos espectadores. Fue monaguillo durante cuatro años, para él, el contacto con la iglesia es un hecho totalmente familiar y con el que se encuentra muy cómodo. Desde niño, empezó coleccionando fósiles y minerales, y ya de adulto pasa a las fotografías contemporáneas, libros del s. XIX y diferentes objetos que encuentra en mercadillos e Internet.
Para Ydáñez, cada imagen tiene su propio espíritu. En su obra, la imagen religiosa es familiar, con ojos de cristal, ambos paralizados, rozan la irrealidad y la realidad, consiguiendo humanizar la imagen religiosa. A partir de 2002, evolucionó del mundo pictórico a las esculturas de animales disecados. Esas taxidermias, entre las que se encuentran varios ciervos colgados como lámparas, hasta el toro Sin título, 2010 (300 x 210 cm) que acompaña la exposición, parece enfrentarse al tríptico formado por dos caballos blancos franqueando a una mujer, la cual iba a representar una dolorosa en un principio, pero que Ydáñez convirtió en una virgen más humana, más femenina, más mujer.
Su primer pensamiento fue estudiar Paleontología, comenzó pintando pájaros desde niño, pero con una intención más de catalogación que artística. Fue un profesor quién durante sus estudios escolares le inste a desarrollar su faceta artística. Años después, siendo Ydáñez profesor, será cuando decida probar suerte y optar a una beca artística, beca que conseguirá por sus grandes capacidades: la Beca de la Fundación Marcelino Botín en 1998.
Ydáñez genera un mundo propio con reminiscencias barrocas, del que se inspira en los bodegones, las naturalezas muertas, temas que para él recogen la religión y lo profano. El artista, tiene muy claro cuál es el sentimiento que quiere transmitir, por esta razón, en numerosas ocasiones, utiliza su propio cuerpo, y maquilla su cara, para conseguir este hecho pictórico. En otras ocasiones, parte directamente de fotografías, de ahí las tonalidades en blanco y negro. Ydáñez tiene muy definidos varios registros emocionales, por un lado, uno marcado por lo lírico, místico, sereno y sensual, y por el otro, brutal, estridente y violento.
Forman parte de su exposición, pinturas basadas en obras de la Historia del Arte, donde Ydáñez reinterpreta con sus trazos y uso del color obras como Judith y Holofernes, 1599 de Caravaggio; la estampa 37, Esto es peor, de la serie Desastres de la guerra, 1810-1814 de Goya; la fotografía de Clase de disección de Santiago Ramón y Cajal, 1915; la fotografía del torero Juan Belmonte o ¡…Y tenía corazón! / Anatomía del corazón, 1890 de Enrique Simonet.
Será precisamente esta obra, ¡…Y tenía corazón! / Anatomía del corazón, 1890 de Simonet, pintada por el artista valenciano mientras realizaba la prestigiosa beca de la Academia de España en Roma, la que Ydáñez pinte expresamente para la exposición El corazón manda en el CAC Málaga, realizada en el momento de su estancia en Roma con la misma beca que obtuvo Enrique Simonet hace más de un siglo. Además, un detalle de esta obra, forma parte de uno de sus objetos, una caja de cuchillos, en la que ha seleccionado la figura femenina de la mujer a la que están realizando la autopsia.
Sus paisajes, recuerdan al romántico de Friedrich y sus obras sobre la sublimidad de la naturaleza y es que, utiliza a Rossini como fondo para crear estos paisajes. Uno de los paisajes principales, abre la exposición, se trata de la Sierra de Jaén, tan familiar para el artista. En otro de los paisajes que acompañan la muestra, en esta ocasión pintado en uno de sus objetos, se aprecia una montaña nevada, tema que repetirá a lo largo de su carrera artística, y que comenzó a pintar tras leer Frankenstein de Mary Shelley: “La naturaleza se marchitaba a mi alrededor y el sol ya no calentaba; tuve que soportar lluvias torrenciales y copiosas nevadas; vi caudalosos ríos que se habían helado. La superficie de la Tierra se había endurecido, y estaba gélida y desnuda”. Para Ydáñez, el paisaje es la otra parte de la mirada, la otra parte del rostro.
Forman parte de El corazón manda, varias obras con temática animal, donde el tamaño del lienzo es vital. Un pequeño mosquito puede parecer realmente peligroso si la obra tiene más de 2 metros, o perros ladrando que parecen salir de la obra. En San Mateo, 2015, (200 x 300 cm) Ydáñez representa un pastor alemán recostado, con unos colores muy especiales, los mismos que poseía el mango del cuchillo canario que el pintor compró en el Mercado de San Mateo, de ahí que decidiera dar nombre a esta obra.
El artista dota a los objetos de una nueva historia, esta, ya había desaparecido, y ahora él consigue una nueva vida, una nueva interpretación. Comenzó a hacerlo en el 2013, en Galerie Invaliden1 y ahí aparecieron los primeros libros del siglo XIX pintados, libros de literatura romántica, de poesía, a los que Ydáñez intervenía los grabados o les pintaba algo extra. El resto eran cuadros en marcos de época con imágenes relativas a lo germánico. El artista quería tratar el germen del nazismo, de la burguesía refinada. Así, se denota en su obra reminiscencias al nazismo, como la mirada nostálgica de una niña alemana por la pérdida de algo, en contraste con el paisaje idealizado sobre el que se sitúa la protagonista El Jardín de las Delicias, 2017 (315 x 1000 cm). Obra que ha realizado durante su estancia en la Academia de España en Roma. En este proyecto Ydáñez refleja el concepto de paraíso perdido, jugando con imágenes teutónicas de finales del s. XIX, principios del s. XX, e imágenes mediterráneas, el norte con el sur de Europa. La temática de estas intervenciones surgieron de una fusión entre su imaginario (formado por animales, paisajes, rostros y recuerdos de su infancia) y la iconografía germanófila. La columna vertebral de este proyecto El jardín de las Delicias, se ha construido durante nueve meses de observación, investigación y análisis de los frescos romanos de la Villa di Livia en el Palazzo Massimo en Roma y el resultado de este trabajo es la imagen mediterránea de la obra.
En la obra expuesta en el CAC Málaga, El Jardín de las Delicias, 2017 (315 x 1000 cm), Ydáñez muestra a una joven, imagen arquetípica alemana: rubia, de mirada nostálgica, melancólica, que refleja ausencia y un jardín cargado de vegetación y aves. A la hora de reinterpretar esta pieza, el artista ha alterado la representación de algunos elementos como las aves que aparecen en los frescos originales, pero manteniendo la idea y estructura de esta pieza. Tras mostrarse en la ciudad de Málaga, la obra se expondrá en una estancia cuadrada, un cubo (10x10x10x10 metros), junto a otra serie de obras de menor tamaño, objetos, dibujos y grabados intervenidos en la Villa di Livia en Roma.
Ydáñez trata de el decadentismo cultural y ético que precipitó a Alemania en el nazismo. Realiza un estudio constante de las causas que dieron lugar al nazismo, critica a veces directamente, a veces en clave poética, enfatizando la ausencia o pérdida de este lugar ideal o paraíso. Otros dibujos a lápiz muestran una figura paternal acompañada de niños y niñas, en clave irónica, la cual aparenta ser una escena cómoda y discernida, y que en realidad se trata de Hitler. Esta obra hace referencia a la representación de Ladislao Vajda (Hungria,1906- Barcelona,1965) en la película Es geschah am hellichten Tag (El cebo), 1958, donde se investiga el asesinato de una niña en un bosque de Suiza. También acompañan la exposición una serie de dibujos que representan imágenes del documental Olympia, 1936, dirigido por Leni Riefenstahl, conocida como la cineasta de Hitler, documental que muestra imágenes de los juegos olímpicos de Berlín de 1936, clara propaganda política para demostrar la “superioridad aria”.
Aunque ha ido introduciendo poco a poco el color, si algo le caracteriza, son los trazos grises y negros que desde sus comienzos han dado vida a sus enormes retratos cuyos formatos recuerdan los de un plano corto del cine, y que parecen descubrir las fotografías a las que hacen referencia sus obras de temática teutónica.
Ydáñez solo utiliza color cuando considera que es necesario. Empezó a incorporarlo en las imágenes religiosas, pensaba que las carnaciones de la policromía barroca es un complemento espiritual a la propia expresión de la imagen. El color con el óleo es más interesante y más carnoso. También es importante en la representación de la carne y el parto, la utilización de color como en Sin título, 2012 (75 x 75 cm) o Sin título, 2010 (75 x 75 cm), en el que se aprecia un bebe dentro del vientre de su madre, como si de una disección se tratara. Ydáñez se basó en El buey desollado, 1655 de Rembrandt para realizar estas obras. Además, de los platos con carne, una naturaleza muerta, denominado casi psicopático por el propio artista; o como en Sin título, 2011 (60 x 60 cm) una escena que podía ver en su casa familiar, y dónde se aprecia la mano de la madre del artista. Para Ydáñez, es vital la caída natural de la pintura sobre la propia obra, es el movimiento dentro del propio lienzo, logrando su propio peso dentro del discurso.
Santiago Ydáñez realiza una obra muy sensual en todos sus sentidos, desde una sensualidad más erótica y en la que se persigue la representación de la belleza del cuerpo, bien parecida a la alcanzada por Robert Mapplethorpe en sus famosas fotografías, que Ydáñez aumenta hasta un formato de más de dos metros en las obras Sin título, 2010 (220 x 130 cm). O una sensualidad provocativa, prohibida, zoofilia, en la que diferentes mujeres protagonizan escenas de sexo con animales como la escena del sofá Sin título, 2011 (70 x 100 cm), el gato o la mujer, en un tamaño más reducido en Sin título, 2015 (32 x 43 cm).
Santiago Ydáñez es uno de los artistas españoles más reconocidos internacionalmente por sus pinturas. Nacido en Puente de Génave, Jaén en 1965, vive y trabaja actualmente entre este pueblo y Berlín, donde fundó la galería Invaiden1 junto a otros artistas. Ha recibido varios premios y becas: Fundación Marcelino Botín, Santander, España (1998), Bolsa del Colegio de España en París, Ministerio de Cultura (2001), Primer Premio ABC de Pintura (2002), Primer Premio de Pintura Generación 2002, Caja Madrid, España (2002), Residencia Casa Wabi, Puerto Escondido, México (2015), Residencia beca de la Academia de España en Roma, Italia (2016). Ha realizado muestras individuales en México, Austria, EE.UU., Italia, Suiza, Alemania, Portugal, Francia, Noruega y Canadá, caben destacar: Myself & Others, Dillon Gallery, Nueva York, EE. UU., 2016; Reinterpretada II. Las cenizas del ruiseñor, comisariada por Rafael Doctor, Museo Lázaro Galdiano, Madrid, 2016; De reojo, Centro Atlántico de Arte Moderno, Las Palmas de Gran Canaria en 2015; El oso y el roble, La New Gallery, Madrid, 2015; Tart Gallery, Zúrich, Suiza, 2014 o Soft, G.E Galería, Monterrey, México en 2010, entre otros.
El corazón manda
Centro de Arte Contemporáneo de Málaga
Hasta el 24 de septiembre 2017