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Primer número de la revista Arte por Excelencias
09March

Primer número de la revista Arte por Excelencias

La presentación del primer número de la revista Arte por Excelencias, el martes 3 de marzo de 2009 en el Museo “Servando Cabrera”, Villa Lita, La Habana, contó con la presencia del presidente del Grupo Excelencias José Carlos Santiago. El texto –a cargo de la curadora Corina Matamoros– se reproduce íntegramente en este espacio.

Arte por Excelencias
Corina Matamoros

Con 250 gramos de peso, apariencia inicial de “sones para turistas” y cómoda para llevársela en la cartera, Arte por Excelencias aparece en el ámbito cubano como una buena nueva. Nos da alegría y la vamos a pasar de mano en mano. Circularnos libros, revistas, músicas o películas forma parte de nuestra práctica cultural: ¡y a mucha honra!

Porque eso tal vez nos distingue: insistimos en las ideas, en darle importancia al pensamiento, en mover opiniones. Y nos alegramos de que un grupo empresarial con sede en Madrid, especializado en productos y servicios de la comunicación, y perteneciente a la Organización de Turismo del Caribe, haya decidido publicar una revista de arte dedicada a las Américas y al interregno caribeño.

Su aire inicial turístico se nos rompe de inmediato cuando sopesamos la poderosa imagen de portada: una pintura de José Bedia saltándonos encima para que sepamos que esto no será tan fácil como parece. ¡A la revista se le ha puesto enjundia, evidentemente!

Sus secciones me han parecido interesantes. A las ya tradicionales del editorial, reportes de libros y núcleo temático, se suma, para bien, un maravilloso Archivero que nos ayuda a combatir nuestra endémica desmemoria. Y si viene de la mano de un archivero mayor, como José Veigas, la vida de la sección está más que asegurada. Su esbozo del pintor costarricense Max Jiménez es una joya bibliográfica que los historiadores agradecemos y respetamos.

Saludablemente, la caricatura también ha sido puesta en valor, agregando otra curiosa sección a la revista. Y su mentor, Ares, ha seleccionado muy bien, en este número inicial, la bofetada gráfica que este género provoca. Porque el primer invitado, el argentino Cristóbal Reinoso, está magnífico en su mensaje de sabiduría y humor.

El primer bloque de contenido corresponde a una reflexión sobre las Bienales a cargo de Nelson Herrera, un experimentado bienalero o bienalista –no sé cómo sería correcto– que nos pone en contacto con las complejidades históricas y estructurales de este tipo de evento. Y también la relación de la bienal con instituciones como el mercado y la feria de arte, de una manera nada maniquea por cierto, que trasluce con soltura sus conocimientos al respecto.

El recuento de la Dra. Wood sobre un decenio considerado “despegue” del arte caribeño, me resultó un ilustrativo compendio de exposiciones y bienales de la región. Un decenio en el que alcanzamos, según la expresión de la autora, “visibilidad internacional”. Y me quedé pensando en el hecho de esa visibilidad y en lo que remitía, como contraparte, a lo invisible que hemos sido desde que el hierro del coloniaje nos marcara. En lo invisible e insignificantes que nos hizo hasta para nosotros mismos, en una dispersión de tierras y espacios culturales que aún hoy, en el recuento de Yolanda, se advierte. Y duele que una región con una notable vitalidad creadora haya tenido que esperar el último decenio del siglo XX para hacerse visible. Para mí, es una triste lección de historia.

Por eso tal vez Orlando Hernández nos obliga con toda razón a “transculturarnos”. Y a la misma vez nos demuestra, con su ensayo, la potencia de un especialista centrado en un tema: no porque haya escrito numerosos textos sobre José Bedia el analista se estanca en sus ideas; antes al contrario, sabe sintonizarlas con las nuevas inflexiones de la producción del artista. Lo que no le perdono, ni a él ni al editor, es que me hayan arrebatado la primicia de publicación de este texto, solicitado para la curaduría de la muestra Resistencia y libertad, que preparo en estos días. Pero no hay mal que por bien no venga: mi catálogo no será tan bonito como esta revista, pero será más barato.

Los anuncios, la promoción de artistas individuales y de espacios de exhibición, son abundantes. Incluyen una intensa fotografía de René Peña y otra de Juan Carlos Alom; un hermoso dibujo de Los Carpinteros, esculturas de Esterio Segura y José Villa, así como obras de Ángel Ramírez, Manuel López Oliva, Eduardo Ponjuán, René Francisco Rodríguez y otros autores que, en su conjunto, hace la fuerza visual de la revista.

La reseña de libros analiza seis tomos que hablan de arte cubano, lo cual viene a atestiguar cierta revitalización de nuestras publicaciones, aunque no todas sean nacionales. Por cierto, la mayoría de las reseñas no nombran las editoriales a cargo: un pequeño gazapo a enmendar en el próximo número.

Se presentan, de manos de especialistas, dos artículos de actualización que mucho se agradecen. El primero es de José Manuel Noceda y versa sobre la producción artística nicaragüense, de la que tan poca noticia nos llega. Falta nos hacen estas miradas sobre un acontecer cuya vecindad geográfica no ha podido volverse comunión cultural.

Con el bellísimo título de Paraguay esquivo, que es también el nombre de una exposición, la crítica y curadora Adriana Almada hace una presentación de las obras y artistas agrupados en esta muestra que se presentara en la distinguida Recoleta bonaerense. Y al explicarnos las piezas allí desplegadas –acaso con un lenguaje que me pareciera más diáfano que el de nuestros críticos–, nos narra también “la larga historia de invisibilidad” adolecida por el arte paraguayo, según su propia definición. Y me ha llamado sobremanera la atención que en un mismo número de esta nueva revista, varios ensayistas aludan a conceptos que sienten abundar por nuestra geografía. De lo que concluyo que el objetivo de esta publicación, declarado en su editorial en el sentido de “dejar testimonio de los procesos creativos en las Américas y el Caribe” estará bien asumido si persiste en hacer visible lo invisible del arte que producimos.

Un poco fuera de orden –porque las emociones también cuentan– he querido expresar aquí la impresión tan viva que me ha dejado la sección A cuenta y riego, inaugurada por Rufo Caballero con el texto “Voces como ecos”. “Por todas las veces que he querido saltarte al cuello Rufo, leyendo algunas de tus famosas y aclamadas críticas o por ciertos conscientes despeinados de tu prosa, hoy quiero elogiar públicamente tu perspicacia y tu inteligencia cuando has mirado a ese pueblo joven de Norteamérica, adentrándote en los predios de la política contemporánea. Ojalá pudiéramos leerte más en artículos de opinión en nuestra prensa”, y agradezco al editor por el ingenio de la sección y por la elección del ensayista.

Si usted pensó que había exagerado al inicio cuando decía que a nosotros nos gustaba mover las ideas y pelearnos por el arte, pues le diré que me sentí reafirmada en ese sentir al leer la casi final entrevista a una persona clave del mundo del mercado: la directora de Arco Madrid 2009. Con claridad meridiana la especialista puso los puntos sobre la íes y dio una lección de marketing cuando igualaba, con muy buenas razones, por cierto, los vinos, los metales preciosos y las obras de arte. Son frases que en nuestro medio no abundan. Siempre se aprende algo nuevo, porque ni a nuestros mejores críticos se les ha ocurrido nunca escribir en ninguna revista cubana que el arte contemporáneo es un tremendo “valor-refugio” del mercado.

Los tiempos cambian, sí señor, y tengo la firme esperanza de que si persistimos en debatir sobre arte, llegaremos a ser mejores que los críticos del baseball. Mientras tanto, ¡enhorabuena para la revista y para sus lectores!

La Habana, 3 de marzo de 2009