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Lola Flores: los mitos no mueren
16May
Artículos

Lola Flores: los mitos no mueren

Por Jaime Masó Torres

De alguna forma u otra Lola Flores está presente en el actuar de cualquier persona que viva dentro o fuera de España. No es necesario bailar flamenco para llevar en la sangre esa rebeldía que caracterizó en vida a La Faraona.

Hace 23 años murió Lola y el mundo entero la lloró. En Cuba, quienes la conocieron o no, lamentaron la pérdida de una de las figuras más improtantes de la cultura ibérica. La folclórica irrepetible dejó para los artistas de esta época el claro mensaje de que el arte es, más allá de fama y dinero, un constante dolor de cabeza, una preocupación por la renovación, una manera de servir a los demás, un modo de defender lo auténtico, a pesar de las corrientes y las modas…

En la mayor Isla del Caribe, Lola Flores fue y es un ídolo. Se le imita en cabarets nocturnos, se le reverencia en el mundo gay y algunos musicólogos afirman que su temple y fuerza marcó los inicios de la carrera musical de La Lupe, convertida tiempo después en la Reina del Soul Latino.

Cuando se habla de Lola hay que hacer obligada referencia a su amor por Cuba y a distintos artistas cubanos. Cuentan que en la Perla del Caribe actuó en el Teatro América, conoció a Benny Moré y participó en un homenaje a Rita Montaner.

“En esa tierra yo fui una estrella”, dijo un día ante miles de fanáticos, para acto seguido presentar a su manera, a una de sus amigas más queridas, Celia Cruz, con quien grabó el tema Burundanga. La Lola de España conocía la fama de la música cubana, de ahí su unión con grandes estrellas, como también lo fue la bolerista Olga Guillot.

Se sabe de los miles de cubanos que hoy van a España y al llegar a Jerez de la Frontra rinden homenaje a Lola. Sin cartas protocolares, sin panfletos o consigas, aquí o allá se reconoce su gran estatura artística y musical, aunque ella se gastara la vida diciéndole a todos que no sabía ni bailar ni cantar.

Los mitos no mueren y Lola lo supo desde que arrancó del público una lluvia de aplausos. Al dejar de combatir contra el cáncer el 16 de mayo de 1995, Lola dejó todo listo para que la recordaran por siempre: tres hijos talentosos, (¡hasta los nietos!), frases, películas, canciones y el mejor pasaporte para quienes llevamos en la sangre un poquito de gitano.

Fue un torbellino del arte (1923 / 1995), se la considera la folclórica más grande de España, “la Faraona”. Hechizaba a todo el mundo con su fuerza, su carisma y su particular manera de cantar y bailar. Se puso el mundo por montera en una época en la que una mujer (más aún con sangre gitana) no podía ser cabeza de familia.