Skip to main content
Cuatro artistas, cuatro sueños...
22May
Artículos

Cuatro artistas, cuatro sueños...

Cuatro artistas

El Arte es una misteriosa ecuación que se teje en el alma de esos hombres y mujeres tocados por la magia de la creación. En la recién finalizada XIII Bienal de La Habana resaltaron las obras de muchos creadores de Cuba y más allá de sus fronteras. Entre esas exposiciones que se sembraron por La Habana y otras provincias quedan aún huellas que pueden disfrutarse en el recorrido de la ciudad...

Eduardo Estrada, Raymundo López, Pedro Pablo Domínguez y René López Silvero, quienes cultivan con mano diestra un Realismo Contemporáneo Cubano muestran a los espectadores cubanos, desde su estudio (Obispo 360, La Habana Vieja), la exposición En blanco. Una mirada a la elegante y bien delineada muestra deja entrever que en cada uno de ellos, va implícita la capacidad de armar una fábula visual con elementos, rincones, mitos, fantasías, paisajes y personajes característicos del ámbito circundante, universalizándolos por conducto de sus dimensiones imaginativas. De sus obras emergen diversas cualidades: delicado tratamiento de las formas, un claro sentido del límite que lo aleja de lo decorativo, hay economía del color…

Es pues, fácil notar en cualquiera de los expositores la preocupación por una elaboración virtuosa del material trabajado, y esa sensación de comunicar lo que sienten y piensan mediante códigos inherentes al dibujo y la pintura. Es, además posible, detectar en sus obras señales de aspiraciones y momentos íntimos, caprichosos juegos con los recursos prácticos de la profesión, mezcla de lo consciente e inconsciente y hasta claves comunes de muchas personas y épocas...

Entre todos estos artistas emerge un juego de gran fertilidad, donde las ocurrencias, los trazos y la sensual vibración se reúnen en lo más profundo de la sensibilidad, y contagian, desde su interior, con un inventario de imágenes, signos y realidades que nos convocan a disfrutar. Los cuatro logran desarrollar una gramática pictórica, en la que con pocos elementos interactuantes entre sí, alcanzan a construir espacios, formas y sensaciones complejas.

Eduardo Estrada: El disfrute de una obra sólida

Sus obras deparan al espectador el disfrute de un producto sólido, maduro y de recia personalidad. Para percibir cada una de las visiones “fabricadas” por él, el receptor requiere de una sensibilidad preparada para captar otras acepciones de lo bello, y hasta niveles indirectos de los mensajes y búsquedas que pueden llegar a coincidir con su espíritu creativo.

Aunque forma parte de ese grupo de excelentes paisajistas que nos acompañan en la historia de la pintura cubana, desde hace largos siglos, ha querido tomarse unas “vacaciones” en el género y mirar un poco hacia adentro, hacia la vida diaria, el hogar... Fiel a una figuración con tintes expresionistas, al pulso de lo popular trascendido y a la fabulación de las vivencias, sus piezas sorprenden por la madurez del oficio, con el que logra armar una iconografía personal. En ellas se mueven variados conceptos que revelan nuevamente ese lirismo, sensualidad, y una agresividad siempre controlada y plena de sugerencias. Hay algo en él del espíritu de los grandes, en sus composiciones, ambientes, gamas cromáticas, técnica depurada y acabado de superficie pictórica.

En esta una nueva aventura... pictórica va sumando en las superficies, muchos utensilios del hogar: cazuelas, jarros..., roídos por el tiempo muchos de ellos, superponiéndolos unos encima de otros, para “modelar” una suerte de tótem a la cotidianeidad, al que se le pueden dar muchas lecturas, dejando atrás aquellos capítulos creativos de imágenes encontradas en los campos cubanos. Hoy, sus creaciones son testimonios de una realidad, que con talento plasma en cada pintura. Son visiones diferentes del bodegón tradicional “perfecto y bello”. Porque el quiere decir algo diferente, más real con estas historias de “cacharros”. Es como un “monumento” a aquellas cosas que nos acompañan un tiempo en la vida, y luego quedan olvidadas en un rincón. Son, en una palabra, espacios bidimensionales que no difunden una respuesta, sino miles de inquietudes...

 

Obra de Estrada

 

Obra de arte presentada en la XIII Bienal de La Habana

 

Obra de Eduardo Estrada en la XIII Bienal de La Habana

 

Raymundo López: laberinto de metáforas visuales

Con una brújula muy personal sigue el camino del hombre por un laberinto de metáforas visuales donde a ratos parece repetirse la máxima de Artaud: el rostro humano no ha encontrado su cara, como si todavía confiara en una piel que se impone a las sucesiones  de máscaras.

Raymundo López es un creador inquieto y laborioso, diríamos, comprometido con su régimen imaginario. En estos momentos se concentra, aunque lo de él ha sido casi siempre el paisaje/ecología, en la figura humana (mirando hacia la historia del arte),y particularmente en los rostros, en los sentimientos más hondos y hace que sus sensaciones se yuxtapongan a las capas del material pictórico. A golpe de gestos, emociones y pintura..., desanda el arte, armado de una línea depurada y ricos matices, rodeados de luces/sombras. Con ellos, conquista al espectador.

Pintor y dibujante, basa su estilo en el virtuoso dominio del dibujo en que esboza, combina, recrea y expande, tornándolo muchas veces mancha o dimensión formal de los espacios. Él consigue orquestar la figuración en atmósferas variables, resueltas por la síntesis de lo visto. En una manera casi académica en lo referente a las aplicaciones tradicionales del medio, superpone la fiereza de un trazo libre y expresivo. Así, emergen las figuras: los animales se humanizan, los hombres adquieren, sin proponérselo, rasgos animales y los planos llegan a confundirse. Muy grande es su amor por la casa común que nos acoge, y todo lo que vibra dentro de ella, para salvar el futuro.

En un escenario, a medio camino entre vida-teatro, se mueven sus personajes, en un ambiente donde comprime sensaciones y sensualidad, sumando siempre el amor por la tierra !que hay que salvar!, uniéndolos en esta serie con motivos procedentes de la historia, la cultura y los sucesos humanos. Cada rostro, cada hermosa deformación de los cuerpos, cada detalle absurdo adicionado a los protagonistas de su fabulación pictórica, delatan una mirada adiestrada a captar valores de la realidad circundante.

 

Obra de Raymundo López

 

Obra de Raymundo López en la XIII Bienal de La Habana

 

Pedro Pablo Domínguez: reflejos de una vivencia real

Portadoras de un sólido rigor constructivo, sus piezas son reflejos de una vivencia real, que en el tiempo (los años que pasan) se va haciendo onírica, de viajes interiores que luego traduce con una línea/concepto sutil, un trazo vigoroso de suaves tonalidades que se acomodan entre las formas. Considerando inaceptable la dictadura de los dos predicados de una pintura o dibujo..., forma y color –pues en cualquier objeto hay un universo de fenómenos visibles e invisibles, con sus emanaciones, propiedades conocidas o escondidas, que a su vez tienen un número indefinido de predicados-, el artista crea un cuadro “biológicamente terminado”, cuya topografía, dirigida no sólo al ojo que ve, sino también al ojo que sabe, se presenta como una constelación de “átomos coloreados”, que conforman un tejido pictórico conocido en la memoria de nuestro tiempo.

Su obra hiperrealista nos recuerda, a partir de objetos y sensaciones, décadas atrás, tomando el pulso de lo popular, trascendido al arte, a través del prisma del tiempo, y que constituyen como “hojas” de un calendario que van pasando a formar parte de la cultura cotidiana, nuestra y universal. En términos generales, las piezas –minimalistas-, son sorprendentemente variadas, en cuanto a la forma de tratar los temas y espacios, donde incluso puede existir el vacío. El mosaico resultante es una realidad personal y colectiva nutrida de leyendas cotidianas, y los símbolos-signos se cobijan en una amalgama compacta, por donde traslucen muchas memorias que se metamorfosean. Sus creaciones parecen cobrar aliento, descansar de un largo viaje.

 

Obra de Pedro Pablo Domínguez

 

Obra de Pedro Pablo Domínguez en la XIII Bienal de La Habana

 

René López Silvero: ¿ilustraciones de sueños?

Las obras del joven René López Silvero son como deliberados enigmas que exaltan el placer de pintar para que al final se produzca un latido de asombro en la retina del espectador. Son, en una palabra, ilustraciones de sueños muy íntimos que reposan en el paisaje.

Como un amasijo de sugerencias, pulsaciones y deseos que nacen de la propia superficie, el artista regala nuevas metáforas en sus piezas que resultan enfoques hacia detalles del panorama en derredor. Entre finos trazos y tenues veladuras incorpora las coordenadas del arte plástico a la posibilidad expresiva de segmentos del paisaje. En particular de ríos y arroyuelos con todo lo que llevan en sus cauces: piedras y otros elementos que se sedimentan en recodos y otros espacios que lo “iluminan” de tonos muy singulares. Esos que su prisma capta, primero, y pasa luego por su sensibilidad creativa para exaltar con una pincelada realista, espontánea y suelta los rasgos que quiere subrayar. Una viva naturaleza donde emerge el movimiento y una relación armónica entre figuración-abstracción, matizado todo ello con la sensualidad, una constante en su quehacer plástico.

 

PAisaje de René López

 

Obra de René López Silvero en la XIII Bienal de La Habana

 

 

En portada: Obra de Pedro Pablo Domínguez

Le puede interesar: 

Encima del muro, bajo la frontera

Villa Soberón y su espacio paterno