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Los cinco idiomas de Leonardo Padura
02March
Noticias

Los cinco idiomas de Leonardo Padura

El libro La Habana nuestra de cada día, de Leonardo Padura y con fotografías de Carlos Torres Cairo, fue presentado en la Embajada de España con la asistencia del embajador de esa nación en Cuba, Juan Fernández Trigo, quien ofició como moderador de un intenso intercambio de los autores con el nutrido público asistente.

Padura, el escritor cubano vivo más leído, es el autor de una novela que sigue cosechando lauros y nuevos lectores en el mundo: El hombre que amaba a los perros. En el año 2012 obtuvo el Premio Nacional de Literatura en su país natal, y hace cinco uno de los reconocimientos más altos que se entregan en Hispanoamérica: el Príncipe de Asturias de las Letras. Sigue escribiendo desde el barrio de Mantilla, y quizás por eso este libro sobre La Habana sea, además de homenaje a la capital cubana, un lauro más que se le otorga a su vasta obra.

Carlos Torres Cairo es graduado de ingeniería del Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría. Se ha dedicado a la fotografía desde la década de los ochenta del pasado siglo. Dirige el grupo creativo Cairostudio, y se ha especializado en la edición de libros y la curaduría de exposiciones de fotografía épica revolucionaria. «Hacer un grupo de fotografías en tan poco tiempo —explica— fue difícil, porque primero tuve que leerme gran parte del libro y emocionarme con algunos de ellos. Lo más importante para mí fue rescatar orígenes míos, símbolos, imágenes que me decían cosas de mi juventud, de mi niñez. Ha sido importantísimo poder retomar otro tipo de fotografía que fuera muy interior, que no tuviera que ver exactamente con el que uno está acostumbrado a ver sobre la ciudad».

La Habana nuestra de cada día se anuncia como una mirada a la vida cotidiana en la urbe que acaba de cumplir quinientos años. Impreso por CG para Ediciones Aurelia, de España, especializada en publicaciones cubanas, el volumen posee tres secciones: «La ciudad y el escritor», «La Habana, amor y dolor» y «Cacería de fantasmas», con selección de textos de la filóloga y guionista Lucía López.

A propósito de algunos de los textos incluidos en el libro, Padura comenta sobre el periodismo que escribió en el periódico Juventud Rebelde en los años ochenta y que hoy constituye referente obligado sobre la prensa de aquella época. «Escribí historias de las que todo el mundo sabía algo, pero nadie sabía todo: la de la Virgen de la Caridad del Cobre, la del ron Bacardí, la del Barrio Chino de La Habana, la de Yarini, la de los franceses en la Gran Piedra… Eran historias que estaban justamente en la historia no oficial cubana, pero muy cerca de la historia cubana».

A partir de una frase de Unamuno —«Debemos ver lo universal en las entrañas de lo local, y en lo circunscrito y limitado lo eterno»—, el también miembro de la Academia Cubana de la Lengua reflexiona: «En mis novelas todo parte de Cuba y regresa a Cuba, a través de la apropiación y la mirada que hace el escritor, que trata de entender, o de entenderse a sí mismo y a sus circunstancias, desde una perspectiva mucho más amplia que lo local. Lo local te da un lenguaje, una perspectiva, una mirada con respecto a la realidad, pero tienes que saber levantar la vista y mirar por encima de ello, y ver que el mundo es ancho y ajeno, pero ni tan ancho ni tan ajeno, porque la condición humana es universal, los problemas del hombre son los mismos, o muy parecidos dependiendo de las circunstancias, las épocas y los lugares, y ese es el sentido que le he dado a estos viajes literarios».

A tenor de su utilización del lenguaje expresa: «Soy capaz de hablar como en cinco idiomas en español. No hago concesiones a un facilismo lingüístico ni comunicativo, al contrario, le pongo dificultades al lector. En las novelas de Mario Conde, por ejemplo, trato de escribir de la mejor manera posible, con la mejor adjetivación posible, con la mayor densidad idiomática, pero siempre teniendo en cuenta algo que aprendí en algunos de los textos que están incluidos en este libro: lo primero es la comunicación».