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La Habana de Daniel Santos estuvo en Filbo
28July
Artículos

La Habana de Daniel Santos estuvo en Filbo

Textos: Rosa María Fernández

Fotos: Johnny Humberto Tovar Arango

portada del libro

En principio, Colombia siempre fue un sueño en colores y ritmos. Por eso, de la forma en que sobrevinieron los acontecimientos parecería una mágica fuerza de atracción. Porque el haber escogido al personaje de Daniel Santos y a La Habana como protagonistas para esta primera incursión en la narrativa de ficción, en apariencias nada tenía que ver con tierra colombiana.
Pero sí, los amores son el lugar común, y una caleña me hizo llegar. Porque la anfitriona resultó ser la ahijada de Daniel Santos. Poco sabía de ella hasta que me contó lo de su padre: un niño, a quien «El Jefe», como lo apodaron en Medellín, lo encontró en la calle escapado de su casa. Prácticamente lo adoptó y por él se convirtió en artista. Cuatro años después, Daniel Santos lo puso frente a su madre, que lo daba por muerto, para seguir marcando el ritmo de su vida, a través de la música.
En Barrio Obrero, para contarlo, todavía está su hermano, quien ha hecho de su casa un templo de la memoria musical latinoamericana y caribeña. Con énfasis en Cuba, Puerto Rico y su natal Colombia, a través del Museo de la Salsa de Cali.
Allí se reunieron melómanos de toda Colombia a celebrar a quien aún hoy sigue cautivando multitudes. Entonces, en aquellos viejos tiempos, su público era especialmente marginal, como aquel periodo en que siendo inmigrante boricua malvivió en las calles de los Nuyores. Se hizo eco del drama de los jóvenes que arrancaban de sus hogares para servir en guerra ajena, a quienes conmovió con La despedida. Fue porque él mismo conoció tal ignominia al ser llamado al Ejército de Estados Unidos, condición por la cual le otorgaran en 1917 la ciudadanía norteamericana a los puertorriqueños.

La autora del libro junto al historiador colombiano César Pagano


UN PRIMERO DE MAYO EN BOGOTÁ
Si sorprendente fue la acogida del libro en Cali, más lo fue en Bogotá, donde prácticamente caí en paracaídas el día de la presentación, un primero de mayo. Y sin apenas promoción, debía atraer a un auditorio de casi trescientos lectores en una Feria a la que acceden treinta mil personas para eventos muy atractivos y simultáneos, en el infinito mundo de la literatura comercial. Y el recinto se llenó.
La súper Feria del Libro de Bogotá (Filbo) funciona desde hace tres décadas con un engranaje exitoso, como centro cultural de promoción para lectores de habla hispana fundamentalmente. Este año, dedicado a Francia.
Y no pude elegir mejor presentador que el reconocido historiador musical César Pagano, quien además conociera personalmente al que Cuba denominó para siempre «El Inquieto Anacobero».
Lo que hasta hoy narro en mi libro es producto de una ardua investigación en los medios impresos de Cuba, de la época en que se gozó La Habana: de 1946 a 1961. Tiempos de intensa vida lúdica, viciosa, cumbanchera. Tiempo de corrupción, lucha y cambio. Y para eso Daniel Santos estuvo en todo.
Por mi anfitrión bogotano conocí palabras que Daniel le comentó directamente sobre su estadía en Cuba: por ejemplo, acerca de su acompañamiento musical con la Sonora Matancera, que lo catapultó al mundo. Lo que Daniel Santos llamó «una combinación excelente», que se escuchó por los siete años en que estuvieron juntos y hasta hoy.
Dice Pagano que en 1955, después de una bronca que Daniel tuvo con su director de entonces, Rogelio Martínez, fue que llamaron a Celia Cruz. Entonces él comenzó a cantar guarachas, porque antes entonaba santería brava del África náñiga. «Más que Celina [González], que también tenía santería, pero más campesina, Celia es un fenómeno que ocurre cada cien años —afirma Daniel Santos a Pagano—. Como un Fidel Castro. Son personas que no importan la nacionalidad o la ideología que posean, están predestinadas. Fidel Castro es uno de ellos. No me importa lo que digan, porque no soy comunista, ni socialista, sino nacionalista de mi patria [Puerto Rico] y Fidel es, con el general [Omar] Torrijos, uno de los hombres que nacen con este siglo [xx]».
Casi dos mil canciones grabadas y unas cuatrocientas de su autoría nos devuelven al Daniel Santos de nuestras abuelas en las rockolas del taller de traganíquel de mi pueblo, la banda sonora de mi infancia, junto al Benny Moré, de quien Daniel siempre dijo que era «un fenómeno como cantante y como amigo».
Del mito a la realidad, en este libro es la voz femenina la que narra por primera vez la historia habanera de aquel que contó más de mil novias y una decena de matrimonios por doquier. Sí, una voz cubana. Y no se trata de presumir, sino de «hacer con libertad lo que quiero», decía El Inquieto Anacobero. Por eso apoyó a la Revolución. Por eso también —tal era la popularidad de Daniel Santos— el célebre escritor Gabriel García Márquez fue a pagar al bajarse de un taxi y el chofer, confundido, le dijo: «De ninguna manera, si yo tengo todos sus discos en casa».
Igual el Gabo se lo inventó. Pero lo que te cuento fue verdad: Daniel Santos: La Habana que hay en mí estuvo en Filbo 2017.