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La música que me posee
05July
Artículos

La música que me posee

EL RECONOCIDO MAESTRO, COMPOSITOR Y DIRECTOR DE ORQUESTA, MERECEDOR DEL PREMIO NACIONAL DE MÚSICA 2015 Y DEL GRAN PREMIO DE LA MÁS RECIENTE EDICIÓN DE CUBADISCO, ES UNO DE LOS HOMBRES QUE ENGRANDECE CON SU ARTE LA CULTURA CUBANA

Guido López-GavilánSe ríe a carcajadas y en la mirada se le dibuja un niño inquieto, feliz. Hace una pausa: «¿Por qué la música? Esa pregunta nunca me la habían hecho. Es difícil y fácil de responder. Me vinculé a ella incluso antes de nacer, pues mi madre se graduó de la especialidad de piano estando embarazada de mí. Mi padre fue guitarrista y cantaba en tríos. Hablamos de un enlace casi genético». Lo dice como quien vaticina que el destino es un misterio con forma de mapa, cuyas rutas, a veces inexplicablemente torcidas, han sido trazadas mucho antes de venir al mundo.

Guido López-Gavilán nació para regalar sonidos. Conoció el piano y la guitarra en el entorno familiar. Aunque le gustaban las ciencias y le apasionaba la pintura, se graduó en 1966 de dirección coral en el Conservatorio Amadeo Roldán. A los 20 años se dijo: voy a ser músico. Y la entrega resultó absoluta.

«Fue un proceso que me ganó. Poco a poco la música se iba apoderando de mí, me iba poseyendo. Mientras más conocía, más quería aprender de otras especialidades como la orquestación y la composición, de ahí derivé a la dirección de orquesta. Todo me llamaba la atención. Desde entonces la música me tenido completamente a su merced».

Pedagogo, compositor, director de orquesta, padre, músico, asegura que el deseo de crear algo nuevo gana cada vez más espacio en su vida porque es la respuesta a una incontenible necesidad interior. La música, infinita en su esencia, le permite componer para escuchar algo que no se ha escuchado antes, le da la voz para decir lo que no ha sido dicho. Esa es su razón.

El Maestro, como cariñosamente se dirigen a él muchas de las personas que lo admiran y respetan, es un hombre de sonrisa luminosa y plática desenfadada. No resulta extraño comprender que sea él un hombre de dualidades, porque en él habitan lo clásico y lo popular, humildad y excelencia, alegría y rigor.

«Todo es cuestión de complementos –afirma el artista graduado de Dirección Orquestal en el Conservatorio Chaikovsky de Moscú, en 1973–. Desde que me interesé en la composición, advertí que es en la integración donde todo cobra sentido. Esa convicción de unir lo que me rodea, ya sea la música de mi pueblo, de Cuba, de las tradiciones, con lo más internacional o universal, me cautiva y es algo que me interesa plasmar.

«A la hora de crear siento la necesidad de hacerlo lo mejor posible. No hay dudas de que soy muy riguroso. Es una cualidad que tiene que ver con la formación familiar, social e ideológica».

Disciplina, talento, entrega, virtud, compromiso, dedicación, constituyen algunos de los vocablos que pudieran mencionarse al hablar del quehacer de Guido López-Gavilán, quien además se desempeña como Jefe de la Cátedra de Dirección del Instituto Superior de Arte, y como presidente de la Asociación de Músicos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac). Los méritos acumulados durante su larga y exitosa trayectoria lo llevaron a merecer el Premio Nacional de Música 2015.

«No creo que lo haya conquistado todo. No pienso que he llegado al tope. Siempre voy en busca de un poquito más. Mientras pueda voy a perseguir más. Es como la idea de ese lugar adonde se va y al que nunca se llega.

»Para mí el premio es la derivación de una vida que se va haciendo larga y que ha estado dedicada, con toda sinceridad y honestidad, a lograr el mejor de los resultados posibles, para ofrecer una cultura que sirva a nuestro pueblo y enriquezca nuestro entorno».

Su nombre representa una estirpe musical que encarna preciados valores de nuestra cultura. Junto a su esposa, la pianista Teresa Junco, formó una familia que no solo es el orgullo de un padre, sino de todo un pueblo. Sus hijos Ilmar y Aldo constituyen el reflejo de la herencia, la continuidad de una inmensa obra de amor encaminada también a proteger la memoria artística.

Su labor se vio honrada recientemente con el Gran Premio Cubadisco 2016, otorgado por la producción Caribe Nostrum, conformada por un CD/DVD que atesora un compendio de obras de su autoría. El álbum tiene además la particularidad de haber registrado una presentación en vivo en la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís, un momento especial que el maestro compartió con la Camerata Música Eterna, su hijo Aldo López-Gavilán y el trío Concertante.

«Aquel concierto devino una experiencia marcada por la cercanía. Fue muy cercano, íntimo y familiar. Sentí mucha satisfacción al recibir ese reconocimiento, porque se trata de un tipo de música que no es la que habitualmente se premia en certámenes dedicados a las grandes mayorías. Hasta cierto punto, es una muestra de valentía».

El autor de Camerata en guaguancó ha consagrado casi la totalidad de su tiempo vital a enriquecer el universo sonoro. Él percibe el tiempo como uno de los conceptos más admirables, respetables y todopoderosos que existe. «Es el que pasó y el que va a pasar, el que sitúa cada cosa donde corresponde. No hay mejor manera de representarlo que a través de la música, porque se trata de un sonido detrás de otro». Y es que para el maestro la música que lo posee es sencillamente una historia en el tiempo escrita con sonidos.