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El cortometraje, arma de educación masiva
19November

El cortometraje, arma de educación masiva

El Certamen Internacional de Cortos Ciudad de Soria se realiza a finales de noviembre desde 1998. La XXI edición tiene lugar del 17 de noviembre al 1ro. de diciembre de 2019 con Cuba como país invitado de honor. Sobre los pormenores del festival conversamos con su director, el realizador audiovisual Javier Muñiz Briongos, en exclusiva para Arte por Excelencias.

«El Certamen Internacional de Cortos Ciudad de Soria es un evento que está relacionado con el Festival Internacional de Cine de Gibara, en Holguín, porque lo que tratamos es de llegar a la comunidad. Soria tiene treinta y cinco mil habitantes. Es una ciudad pequeñita, a doscientos kilómetros de Madrid, pero el festival es ambicioso y tenemos como veinticinco sedes. Lo mismo puede haber encuentros, proyecciones y exposiciones, o sea, no nos limitamos a ser un evento de cine de cortometrajes».

Según Javier Muñiz, más conocido como Alimaña, el certamen trata de ser inclusivo y por lo tanto incluye proyecciones para amas de casa, adultos mayores y otros grupos etarios, así como proyecciones en la cárcel. «Hemos llegado a cinco mil personas, entre niños y jóvenes. El año pasado llegamos a presentar alrededor de doscientos cuarenta cortos de unos cincuenta y siete países», agrega. 

Cada año realizan un concurso de carteles. El ganador es la imagen del evento. Para esta edición se presentaron más de trescientas propuestas de quince países. El cartel elegido fue el titulado Esto no es Kansas, de Laura Pastor Lorente, de San Sebastián de los Reyes, Madrid. Además, en el Festival se realizan varios proyectos como Cine a los Cuatro Vientos, Soria Imagina y Quino Soria, este último rodaje express durante el certamen de cinco minutos máximo. Al decir de Muñiz esta iniciativa vincula aún más a los invitados con los habitantes. Se incluyen secciones de temática sexual, comedia, terror, musicales y otros. 

El objetivo del evento es abrir los ojos con cortometrajes potentes en las tres categorías en competencia: ficción, documental y animación. En cuanto al visionaje, Alimaña nos cuenta que lo hace un pequeño equipo compuesto de ocho personas, quienes realizan una criba de dos mil quinientos materiales. La programadora es Belén E. Rodríguez, y los criterios están basados en la calidad, sorpresa e historia de vida. Belén le da ritmo a las sesiones en cuanto a género, país y duración. Cada una tiene cinco películas aproximadamente, acotó.

«Nosotros nos preocupamos por la educación. En España tenemos problemas de violencia machista. Este año presentaremos una serie de documentales sobre la mujer. Hay mucho trabajo por hacer. Creo que el cortometraje es un arma de seducción masiva. En esta ocasión Cuba es el invitado de honor. Queremos ofrecer una visión de país que abarque los diferentes aspectos del cine cubano producido por el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos y por el cine independiente. Llenar la ciudad, que se note, para llegar a todos los colectivos». 

El Festival de Soria —aclara Javier Muñiz— es una continuación del proyecto conocido como la Boca del Lobo, el cual lideró muchos años en Madrid. Ciudad Soria es un evento que dura quince días. Conocido internacionalmente gracias a la idea de que los veinticinco mejores cortos participen en otros festivales del celuloide. En esta oportunidad el certamen trae a artistas cubanos que están en Madrid, así como catorce películas entre cine clásico e independiente, una muestra de cortometrajes clásicos y contemporáneos. 

Como novedad resalta también el taller Vampiros en Soria, a propósito del largometraje cubano de animación Vampiros en La Habana, de Juan Padrón, y la proyección del último corto de la saga de Nicanor, de Eduardo del Llano. El programa incluye teatro, exposiciones y conciertos. Además, se trabajará con la Fábrica de Arte Cubano, idea original del músico X Alfonso y que hoy está catalogado entre los cien mejores lugares del mundo según la revista Time y ha recibido el Premio Excelencias Cuba.

Soria y Gibara tienen mucho en común. Ambas son ciudades pequeñas, alejadas de la capital, pero con un vasto potencial cultural y desarrollo local esperando por un visionario que incite a otras entidades a creer en ellas, en su gente y todo lo que tienen por ofrecer. En las dos el gran protagonista es el cine, de una u otra forma, lo cual no limita la invitación a las otras artes.

Javier Muñiz reconoce estas semejanzas, mientras anhela que el Festival de Soria pueda estar en Gibara y que compitan cortos cuyo premio mayor sea un viaje con gastos pagados al certamen de la ciudad española. «Yo siempre he trabajado con el cortometraje. Creo que el corto es una manera de ver el cine muy diferente, porque en una sesión puedes tocar diversos temas, pasando de la sorpresa a la lágrima, de la pasión al disgusto. El corto es una ventana al mundo».