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Marino Luzardo: Soy respetado por quienes me interesa que me respeten
01December

Marino Luzardo: Soy respetado por quienes me interesa que me respeten

Cada primero de diciembre se celebra en Cuba el Día del Locutor, con el objetivo de ensalzar la importancia de los profesionales de la palabra. La Isla se enorgullece de una amplia lista de locutores con expedientes artísticos de gran altura. Figuras como Germán Pinelli, Consuelo Vidal, Cepero Brito, Gladys Goizueta, entre otros, se convirtieron en verdaderas cátedras de este difícil oficio. En los últimos diez años, Marino Luzardo se destaca como uno de los profesionales más respetados en esta otra cuerda del arte. Al Ingeniero en Telecomunicaciones, hoy multipremiado locutor, se le agradece su sobriedad, cuidado del lenguaje, conocimiento y calidad en sus entrevistas, seguridad y confianza en el decir.

Si bien la realidad de la locución cubana cae en extremas irregularidades con la presencia de personas sin estudio, ángel y talento para dirigirse al público, la presencia de Marino Luzardo representa la otra parte de los profesionales dedicados constantemente a la perfección de su trabajo. Si la rareza con toda su carga positiva resulta una virtud, entonces creemos que Marino Luzardo lleva consigo esta condición: es un locutor felizmente raro.

¿Cómo esencialmente la radio influyó en tu presente artístico?

Influyó de la manera más fuerte que se pueda imaginar. Creo que cualquier locutor que se dedique a hablar por un micrófono en cualquiera de las plataformas, debe pasar por la radio. No es un cliché, definitivamente es una escuela. Es el lugar donde se te enseña el valor de la palabra, donde adquieres verdadera dimensión de hasta dónde puede llegar un mensaje, de lo importante que es pronunciar bien, hablar correctamente y creo que ahí precisamente está la formación que pueda tener yo en este momento y que también puede exhibir otros profesionales que se encuentran en la televisión.

La radio te da la posibilidad de enlazar ideas, concatenar pensamientos y que sea coherente todo lo que estás diciendo. En mí la radio dejó una huella profunda y  ojalá algún día tenga la oportunidad de regresar a este medio que por razones de tiempo no puedo hacer.

¿Qué voces de aquella época todavía recuerdas y que forman parte de tu archivo sonoro?

Yo me enamoré de la radio cuando estaba estudiando en la universidad y para relajar un poco del álgebra y las matemáticas me ponía a escuchar Radio Ciudad de La Habana. A través del éter conocí a Carlos Figueroa, María Gregoria… Cuando llegué a Radio Metropolitana tuve como referencia a Mareilis Placencia, Moraima Ruiz, Guille Rivero de la Rosa y otros que me permitieron reafirmar que esto era lo que me gustaba hacer.

Cuando te sentaste por primera vez profesionalmente frente a un micrófono, ¿quedó definido que te dedicarías por completo a la locución o dudaste de ese salto súbito?

Tengo la teoría de que todo en la vida es provisional, no apuesto porque las cosas sean definitivas. Cuando me fui de la Empresa de Telecomunicaciones sabía que la otra cosa que podía hacer era locución porque tenía ya mi título para ejercerla y sabía que en eso podía funcionar, sobre todo en la parte informativa, los noticiarios de radio, nunca pensé en la televisión.

¿Sin el magisterio de una dupla excepcional como Ángel Hernández y Antonio Pera, crees que hubieses alcanzado el mismo nivel que tienes hoy?

Fue una gran oportunidad para los que estuvimos en ese curso. Independientemente de los profesores que puedas  tener, está el interés que le pongas y la avidez de conocimientos. Yo trataba de extraer todo de aquellos dos monstruos que tenía delante. Eran grandes maestros que sin medias tintas te decían las cosas muy directas para que no incurrieras en errores.

¿De qué te vales para alejarte del calco y la mímesis de algunos locutores?

Apuesto por el buen decir y eso lo adquirí de esos grandes ejemplos de la locución que tuvimos en Cuba. Lo otro que le puedo añadir es la naturalidad, el factor más importante que te permite conectar con el público. La gente sabe cuando tú no estás siendo natural, cuando impostas un personaje a la hora de decir algo, cuando no eres tú, sencillamente.

¿Se aprende a ser natural?

Creo que sí. Todos en algún momento determinado ensayamos poses, nuestra presencia frente a cámaras y micrófonos… hasta que te vas despojando de todo eso y te vas encontrando. Es una etapa de descubrimiento muy importante porque puedes decir: a lo que aprendí puedo sumarle lo que yo soy. A  partir de ahí construyes tu personalidad. Si de algo me puedo enorgullecer es que soy casi el mismo Marino dentro que fuera de la televisión a la hora de proyectarme, hablar y eso no siempre se logra.

¿A tu juicio, qué o quiénes son los responsables de esa marcada pobreza que sufre la locución cubana hoy, según algunos criterios?

De los decisores. Es realmente lamentable ver a tantos locutores que se forman, que el Centro de Estudios prepara y que después no se les tengan en cuenta. Más adelante ves a un actor o a un músico haciendo locución. No estoy en contra de que lo hagan, si lo hacen bien. El Instituto de Radio y Televisión tiene que tomar medidas y velar por eso. Igual no tenemos una Asociación que nos represente, una fuerza que determine quién puede o no hacerlo. A todo el mundo le gusta pero cualquiera no puede ser locutor.

¿Cómo salvamos a un locutor de una cotorra?

Creo que el sentido común es lo que salva a las personas. El hablar por hablar nunca me ha gustado, mientras más preciso seas tienes más para ganar. ¿Cómo salvarlo? Creo que la mejor manera es señalárselo, si alguien tiene autoridad para hacerlo.

¿Sientes que respetan lo que haces?

Sí. Soy respetado por quienes me interesan que me respeten. Me siento respetado por el público y eso es lo máximo a lo que un artista puede aspirar.

Una cantante cubana decía que aunque estaba en la farándula no era farandulera. ¿Opinas así también?

Yo no soy farandulero. No presumo de mi condición para tener acceso a determinados privilegios dentro de la farándula, no me gusta. Voy a conciertos, voy a los teatros pero no soy de los que suelen intimar con los artistas ni con los protagonistas de esas propuestas. Podemos tener cierta amistad y como una cadena de favores que es la vida, ellos me favorecen con alguna invitación para que asista a sus presentaciones… Pero no me gusta farandulear. Salgo de mi casa para trabajar o para ver algo que realmente me llame la atención.

¿Disfrutas de la televisión en la que trabajas?

No siempre. Estoy convencido que se puede hacer mejor.