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María Juncal, la bailora “bien plantá”
08March

María Juncal, la bailora “bien plantá”

Por: Alain Valdés Sierra / Fotos: Ferval

Sobre el tablao se transforma en una suerte de conjuro capaz de sustraer al público a un mundo paralelo donde la vida dependa de la guitarra, el cante y el taconeo. Entre giros se percibe fuerza en su rostro, los jadeos constantes que derivan de la exigencia física, la entrega visceral en cada movimiento, como si la existencia misma estuviera en juego; luego las palmas, las ovaciones, y la bailaora sale del trance, conecta de nuevo con la realidad.

 

Así es María Juncal, “la bien plantá”, una artista consumada, un diosa del flamenco que en su perpetua búsqueda de la perfección ha escalado hasta la cima de un arte milenario, donde curiosamente están entronados sus antepasados.   

 

Nacida en Gran Canaria, María Palmero Gómez, nombre con que la bautizaron sus padres, es heredera de una larga línea de estrellas del flamenco. Por sus venas corre la sangre de los Borrull, un apellido de obligada referencia si del flamenco se trata.

 

Su bisabuelo, el gran guitarrista Miguel Borrull, dio inicio a la dinastía que sentó las bases de una de las más raigales expresiones de la cultura española en los inicios del siglo XX cuando formó pareja con los excepcionales cantaores Joaquín José Vargas Soto “Cojo de Málaga”, Manuel Torre o Antonio Chacón.

 

La familia creció, y con ella el flamenco. De apellido Borrul fueron Isabel, Julia, Lola, Concha y Miguel Borrull hijo; el último, también guitarrista, hizo historia junto a Pastora María Pavón “La Niña de los peines”, y colaboró con Manuel de Falla.  

 

Una tercera generación se vio encumbrada con Trini y Mercedes Borrull, tías abuelas de María, que ahora carga sobre sus espaldas la misión de mantener viva la tradición de una de las más importantes dinastías del flamenco.

 

Sin embargo la Juncal prefirió abrirse camino prescindiendo del apellido Borrull, y bien que lo ha logrado, tanto la crítica especializada como el público la califican como una revelación, dueña de una técnica “contemporánea, con estilo muy definido y elegante, sin perder las raíces del flamenco puro y tradicional”.

 

En diálogo con Arte x Excelencias confesó que una vez llegó al flamenco había cosas que le resultaban familiares, “que nadie me tuvo que explicar, yo creo que ahí está esa relación que venía detrás y se dejaba ver en esos pequeños detalles del flamenco que nadie me tenía que explicar”

 

“Siempre le pedía a mi abuela que me contara las historias de las familias de mucho peso en aquella época y que trascendieron en la historia. Eso influyó en que dijera que sí al flamenco como opción profesional”.  

 

De niña recibió clases de su tía abuela Trini Borrull, luego, en Madrid, estudia con los maestros de flamenco El Güito, Ciro, Cristóbal Reyes, Merche Esmeralda y La Tati, y redondea así una solida formación académica que le permitió presentarse con éxito en escenarios de Europa y Estados Unidos, sin embargo una pequeña Isla del Caribe es la que ocupa un lugar especial en el corazón de la bailaora.  

 

¿Cuál es la génesis de la relación de María Juncal con Cuba?

 

Mi relación con Cuba data de un tiempo ya, en 2006 fui invitada al Festival  Internacional de Ballet de La Habana, aunque anteriormente había venido y había tenido una participación con el Ballet Español de Cuba, dirigido por Eduardo Veitía.

 

Fue una cuestión puntual una invitación para actuar pero se dio una química artística importante, a mí me impresionó todo lo que vi y me hizo tener un afecto muy especial hacia Cuba, por ese sentido con que la gente percibe y recibe todo lo que tiene que ver con la danza y con la cuestión artística.

 

Me parece que lo disfrutan enormemente, como que la verdadera diversión es ir a un teatro o escuchar a un escritor porque tuve esas vivencias en Cuba, ese fue mi primer contacto; pero realmente los lazos con Cuba se estrechan a través del proyecto de A compás flamenco, al que conocí por algunas de sus maestras que cursaban una beca en Amor de Dios, España, centro por excelencia del flamenco.  

 

Allí conozco a Karelia Cadavid, creadora de A compás… y me explica la naturaleza del proyecto, y me entusiasmó tanto que sin pensarlo le dije que quería ser parte de una experiencia tan linda. Solo unos meses después vivo una de las experiencias más especiales de mi vida al conocer a unas niñas enamoradas  y entusiasmadas con el flamenco, llevando adelante un baile con tanta pasión, entrega y personalidad.

 

Realmente quedé impresionada, desde entonces hemos estrechado lazos, continuando una labor muy importante por todas las partes implicadas. Es loable la intención de un proyecto como A compás…, su alcance sociocultural, y la manera en que ha convertido el flamenco y la danza española en vehículo para la educación.

 

Creo que el  proyecto de la danza española y el flamenco en la vida de las niñas trasciende más allá del estudio, cada vez me he involucrado más, me parece más fascinante.

 

En Cuba hay un creciente número de academias y compañías de flamenco de gran calidad, ¿qué opina sobre la enseñanza de ese arte en un país tan lejano de España y donde se fusionan tantas culturas?

 

Creo que hay más compañías que se dedican a la danza española que al flamenco como tal, el flamenco es una diferenciación muy clara de estilos de la danza española; pero sí veo que lo  perciben como propio, es algo que no lo viven como una cosa que viene de fuera sino que realmente lo sienten como algo que de alguna forma les  pertenece.

 

El flamenco tiene una raíz muy profunda, tan profunda que yo creo que de alguna forma caló muy profundo en los lugares donde España ha tenido presencia. Sin embargo Cuba ha creado un sentido de pertenecía muy especial a diferencia de otros países donde es meridiana la influencia de la cultura española, y esto es constatable en la calidad de las academias y las compañías. 

 

Su actuación en el Festival Internacional de Ballet de La Habana fue memorable, desde entonces el público cubano espera por un espectáculo de la Juncal…

 

He venido varias veces a Cuba, pero no a bailar. Mis visitas han sido relacionadas con el seminario Flamenco por la Vida que imparto a las niñas de A compás… y con sesiones de rehabilitación física a causa de una lesión.

 

A finales del 2015 se manejó la posibilidad de presentar en La Habana la obra "El encierro de Ana Frank", una pieza que desde el flamenco recrea la historia contada por la adolescente en su diario donde relata su encierro para escapar de los nazis.

 

En aquella ocasión no se pudo, pero no perdí las esperanzas y volvimos a la carga para presentarlo este año en el XXVII Festival la Huella de España. Tristemente tampoco podremos presentar la obra en esta ocasión porque en esta edición el evento está dedicado a Islas Canarias, y el gobierno de esa comunidad no apoyó la propuesta. 

 

Pero yo mantengo la intención de hacer Ana Frank en Cuba, porque es una obra en la que tengo mucha fe, me parece muy importante por el tema que trata y el mensaje que transmite. El encierro de Ana Frank ha girado mucho en Europa, se ha estrenado en Bellas Artes de México, en España, en festivales muy importantes y creo que la repercusión ha sido rotunda, sobre todo en los Países Bajos y las regiones del continente que sufrieron el horror de la época.

 

Además, seguramente será una gran experiencia compartirla con el público cubano porque sé como aquí se disfruta de un teatro.  Eso quiero repetirlo, yo recuerdo mi sensación en el Festival de Ballet, se me saltaban las lágrimas tras el aplauso porque el teatro estaba ocupado hasta los pasillos me pareció increíble.

 

La verdad que el flamenco tiene una potencia arrolladora, donde vas eres recibido con mucha expectativa, con las reacciones de la gente muy a flor de piel.