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MECÁNICA POPULAR
06January

MECÁNICA POPULAR

Eduardo Abela (La Habana, 1963) inauguró recientemente la muestra Mecánica popular en la galería Villa Manuela, de la UNEAC.

Luego de haberse legitimado desde la década del noventa en la pintura, el dibujo y el grabado, la exposición constituye un salto sorpresivo hacia la objetualidad, el trabajo volumétrico.

¿Cuál es el concepto que sustenta esta exposición en Villa Manuela?
La muestra es una especie de espacio virtual que me he creado, una suerte de navegación por portales cubanos donde te encuentras todas las cosas y personajes que a diario ves en la calle. Es un espacio con el que la gente interactúa supuestamente a través de internet para llegar a las experiencias ordinarias: el manisero, el vendedor de meriendas callejeras; es un juego entre lo físico y lo virtual, la relación entre lo muy tecnológico y lo artesanal, tal como se mueve la vida dentro de la Isla.

¿Es primera vez que realizas este tipo de cajas o retablos instalativos?
El soporte de la caja es primera vez que lo utilizo, sin embargo había empleado ya en otras obras los recursos del collage, la idea de armar historias a partir de objetos, de recortes… No creo que se trata propiamente de un instalación, utilizo más bien lo tridimensional, el ensamblaje. Pienso que la instalación se mueve mucho más en el espacio y la obra de esta muestra no lo hace así. En esta exposición también se aprecia una dicotomía entre la alta tecnología, típica de los países del primer mundo, y la circunstancia periférica en la que se encuentra nuestro país… Efectivamente, se trata de establecer un contrapunteo entre la velocidad tecnológica que experimenta el primer mundo y la realidad nuestra que aún no se ha montado en ese carro, ni experimentado semejantes velocidades. He creado una especie de ironía simbólica sobre nosotros mismos que seguimos más en la cosa física, rudimentaria. Tenemos otra dinámica y otro ritmo de la vida mucho más lenta, la gente no tiene acceso a esa clase de tecnologías ni conoce los adelantos que ella propicia.

¿No quiere decir que niegues las potencialidades de esa tecnología moderna?
No, no la niego, porque realmente hace falta. Lo que sucede también es que hay que buscar un punto medio. La tecnología va demasiado rápida, no se puede seguir esa velocidad, pero también deberíamos incorporar un poco más en Cuba los soportes digitales. O sea, tratar de seguir el paso acelerado de la tecnología de hoy día no es lo más inteligente, y tampoco debemos quedarnos dormidos ante ciertas bondades que ella nos ofrece. No podemos darnos el lujo de dejar pasar ese tren.

Muchos creen que eres como una especie de “costumbrista de nuevo tipo”. ¿Qué piensas acerca de esta valoración?
Sí yo creo que sí. Antes de ser artista, desde muy niño incluso, estaba pendiente por la manera como se ambientaban las casas cubanas, las decoraciones típicas, todo lo que tiene que ver con el fenómeno social, con el humor o el choteo callejero; y una vez que empiezo a hacer obra visual inevitablemente asumo esta inclinación o interés por lo que me rodea.

¿Cómo valoras la repercusión de esta muestra personal en Villa Manuela?
Estoy realmente sorprendido, no pensé que la muestra iba a tener tanta aceptación. De hecho quiero seguir trabajando en esta serie de las cajas rústicas vinculadas a internet. He establecido una especie de compromiso con la gente que ha venido a ver mis obras y que ha valorado positivamente esta incursión mía en el trabajo volumétrico.