Pasar al contenido principal
Itinerarios Bienal: Estar "Detrás del Muro"
18June

Itinerarios Bienal: Estar "Detrás del Muro"

Por: Clotilde Serrano

 

De la Punta al Parque Maceo…

 

Carnavales no, no hay carnaval, pero como si lo fuera, Detrás del Muro ha abierto la fiesta, todo un mes, en  uno de los tramos más concurridos del Malecón habanero, y no precisamente con baile y música, sino con una de las expresiones más complejas del arte: la plástica. En una segunda edición, -ya el proyecto había tenido una primera experiencia en la Oncena Bienal-, Detrás del Muro convocó en esta Duodécima jornada a sesenta artistas con medio centenar de obras, en diálogo con el espectador curioso, que disfruta  las propuestas desde su punto de vista, sus dicotomías sociales, con experiencias primarias o quizás con conocimiento de las líneas de trabajo de algunos de los principales creadores. Pero, en Detrás del Muro hay algo más, una convocatoria abierta con una idea curatorial muy bien concebida para el sitio escogido: el muro, frontera, banco y gran sofá, entre tierra y mar, lugar esencial para el habanero, que no escapa a sus influjos, aunque resida en la periferia. Y por su valor sentimental, para todos los cubanos y generalizo, porque amén de otras regiones del país, el Malecón es sitio obligado de recorrido y visita, también para los artistas cubanos, residentes o no en la Isla. Por ello la  invitación del equipo curatorial liderado por Juan Delgado, junto a Elvia Rosa Castro y José Fernández, logro hacer crecer, en esta ocasión, la nómina de participantes.

 

El recorrido…

 

No puedo sustraerme al texto de Coyula, que forma parte del precioso catálogo de la primera edición de Detrás del Muro. El Premio Nacional de Arquitectura 2001 escribió para esta imprescindible memoria del proyecto de la Oncena Bienal: “La forma en [S] de la línea de costa en el Malecón permite que desde cualquier punto aparezcan al mismo tiempo la ciudad  y el mar”. Y con esta posibilidad han jugado los integrantes de la propuesta para emplazar sus obras.

 

Es precisamente, cercana a la Punta donde se encuentra Stella, la obra de Florencio Gelabert, troncos de madera quemados sobre espejos de plexiglás, un llamado al cuidado y la preservación del medio ambiente. No puedo mencionar todas las piezas, pero algunas como Primavera, hermosa escultura de gran formato en bronce, de Rafael San Juan es algo digno de apreciar, que debería quedar en nuestro Malecón por siempre. Lúdico y con el empleo de su objeto fetiche: el zapato femenino, esta el tobogán que simula un tacón rojo de Liudmila López, que ha alegrado un terreno baldío para los más pequeños. En un área donde  antiguamente estuvieron emplazados unos baños públicos que permitían a los habaneros disfrutar del mar en pozas construidas en la roca, Arley Del Rio ha emplazado su obra Resaca, una playita simulada, con tumbonas y sombrillas de guano para aplacar los rayos de sol, como un llamado a la impetuosa necesidad que tiene el transeúnte de darse un chapuzón y tomar un poco el aire en la sombra. Algo que llama poderosamente la atención es el Cubo Azul de Rachel Valdés, para meditar, como apuntó Juan Delgado “en  que hay más allá del azul”.

 

Algunos de los grandes de la plástica cubana que ya habían participado en la edición anterior, también han presentado sus obras en Detrás del Muro, así Manuel Mendive con su pieza Mi energía y yo, y Roberto Fabelo con Delicatessen, ambos Premios Nacionales de Artes Plásticas comparten los espacios con artistas muy jóvenes como los muchachos integrantes del grupo Stainless con sus cakes superpuestos lamidos por grandes lenguas, y con Manuel Hernández Cardona, quien desde un principio me hizo partícipe de su proyecto, el que engalana un solar yermo con un mural De no estar demasiado grande sería el bosque.

 

Artistas de Estados Unidos, México, España, Bolivia, República Dominicana, Marruecos y Alemania, junto a muchos de origen cubano radicados fuera del país comparten los espacios del Malecón, con instalaciones, pinturas, fotografías y esculturas, entre ellos, José Parla con su obra monumental Mis realidades segmentadas.

 

Pero algo que ha sido, sin lugar a dudas, una fascinante atracción sobre todo para los más pequeños, es la pista de patinaje sobre hielo de Dukey Riley, confeccionada con un material que simula la congelación, bajo temperaturas de más de 32 grados Celsius. Otras piezas significativas son Salvación, de Duvier del Dago, una gran silla de salvavidas desde donde se puede otear el horizonte y Opuestos, dos grandes arcos de bronce con flechas encontradas, de Kadir López.

 

Continuidad…

 

Muchos creadores repiten en esta ocasión porque la experiencia de Detrás del Muro ha permitido socializar la obra, exponer al aire libre piezas monumentales, sin los límites que imponen las galerías, con el complemento de  la ambivalencia tierra-mar. Todo ello, en medio del contexto de  esa especie de gran banco-sofá donde se medita, se comparte, tanto en momentos de alegría como de tristeza, ahora junto a creaciones plásticas, que invitan a reflexionar, a la vez que dan un toque de júbilo al entorno. La experiencia de un mes de Bienal puede quedar en gran medida “detrás de este muro” si somos capaces de cuidar y apreciar lo valioso de que permanezca ahí para todos.

Como expresa Elvia Rosa Castro en sus palabras en el primer catálogo: “Detrás del Muro debe ser considerado un evento más que una exposición (…) Ambicioso pero preciso, Detrás del Muro quedará como referente a seguir en similares iniciativas, sobre todo porque cambió el paisaje del litoral por un tiempo…”

 

Ojalá que estos alientos perduren y sea el Malecón una gran galería permanente al aire libre, dando la oportunidad al público de poder lidiar también con sus inusuales propuestas y con su cuidado.

 

Fuente: Cubarte