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Otro sueño por la memoria de Guayasamín
20April

Otro sueño por la memoria de Guayasamín

Oswaldo GuayasamínEl 10 de marzo de 2015, se cumplieron dieciséis años de la muerte del Pintor de Iberoamérica, título que le concediera el líder cubano Fidel Castro a su amigo ecuatoriano Oswaldo Guayasamín. A estas alturas todavía está pendiente otro sueño a la memoria del artista.

Hace apenas tres años, la familia Guayasamín anunció que está en proyecto la construcción de un nuevo edificio de varias plantas para ubicar toda la obra de la excelsa figura de las artes a nivel nacional y continental que no es posible exhibir por asuntos de espacio.

La idea sería erigir una instalación que se sumaría al complejo de la Capilla del Hombre, que Guayasamín proyectó en el perímetro aledaño a su vivienda, la que desde 2012 se constituyó en un museo-taller, tal cual lo soñó él, y que se integraría a un complejo cultural de 12 hectáreas y 18 000 metros cuadrados, el cual sería levantado en el terreno que ahora es utilizado como parqueo de visitantes.

Pablito Guayasamín hijo le comentó a esta periodista hace pocos meses durante la inauguración de la sede de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), en la ciudad Mitad del Mundo, que la idea de poder exhibir toda la obra sigue postergada por falta de financiamiento.

Cuando le pregunté cuántas obras permanecen en los anaqueles de la Fundación, se encogió de hombros y me confesó que varios miles, y que se teme que puedan sufrir algún daño en espera de recaudar los fondos para darle rienda suelta a la iniciativa.

Lo que no conocen muchos

Cuánto se ha dicho de la obra y la vida de Guayasamín, quien naciera el 6 de julio de 1919 en Quito. Pero lo que no saben muchos es que este pintor hizo construir su casa con unos espacios desproporcionados en magnitud porque quería que los espacios pudieran servir un día como salas de exhibición y taller para iniciados en este arte.

En un video presentado el día de la  inauguración en 2012, la casa ya abierta al público, Guayasamín aparecía diciendo que toda su obra iba a ser donada a su pueblo, del cual él había surgido también, sin olvidar sus raíces.

A la vivienda aledaña a la edificación cumbre ideada por el insigne ecuatoriano y al árbol de la vida donde descansan sus cenizas, se le añadirá una nueva sala de exhibición.

En ese árbol, donde fueron depositados sus restos cremados dentro de una vasija de barro, también se «sembraron» una paleta con la cual pintaba, una botella de vodka y un puro cubano, según había pedido en vida antes que un infarto le pusiera fin a su existencia en 1999.

Handel Guayasamín, sobrino del artista y encargado de la remodelación, declaró a esta reportera en 2012 que al restaurar su vivienda se buscó compartir los espacios de mayor intimidad de Guayasamín y mostrar sus obras y colecciones a los pueblos de la región, como él aspiraba siempre.

«La idea es sentir que Oswaldo vuelve a vivir en este espacio», dijo el arquitecto, quien también estuvo a cargo del diseño de la Capilla del Hombre.

Lo curioso es que Handel es hijo del arquitecto que diseñó la vivienda de Guayasamín, y luego le tocó a él remodelar la obra de su padre, la cual está situada en una ladera con vistas al volcán Pichincha y al valle andino que ocupa Quito, en el sector Bella Vista.

Desde la casa se ve la cúpula del edificio de la Capilla del Hombre, que concibió el pintor inspirado en un templo del sol inca como un homenaje a la América precolombina.

Según Handel Guayasamín, después de trece años de cerrada, la que fuera la última morada del artista es un lugar donde encontrarse con aquellas cosas que lo recuerdan en vida y con una parte de la historia de los pueblos latinoamericanos por sus colecciones antiquísimas.

La última morada

Muchas de los visitantes nacionales y extranjeros procuran llegarse hasta la majestuosa Capilla del Hombre, que Guayasamín quiso construir como un homenaje perpetuo a la humanidad. Sin embargo, no muchos conocen que el complejo cultural se ha expandido a la vivienda aledaña, ni de las nuevas ideas.

Allí se pueden apreciar una cantidad imprecisa de obras pictóricas y objetos incluso precolombinos que formaban parte de la colección del artista. También se escucha la música que al artista le gustaba oír mientras pintaba.

El pintor y escultor ecuatoriano pidió «que estos bienes culturales, que él durante toda su vida coleccionó, vuelvan a su pueblo», dijo su hijo Pablito. «Sería un egoísmo terrible y criminal que los descendientes simplemente se quedaran con las obras, pese a su gran valor».

En la apertura del museo-taller, de unos 3 000 metros cuadrados, se repletó la vivienda de personalidades, diplomáticos, ministros, empresarios y cantantes como el argentino León Gieco, el chileno Alberto Plaza y el colombiano Andrés Cabas, quienes estaban en Quito para el Festival «Todas las voces todas».

Ese día, casi era imposible caminar entre la multitud, que luego pudo recorrer cada espacio, confirmando que Guayasamín tenía un «propósito» con su vivienda y el Árbol de la Vida, como llamó a la planta que él mismo sembró. Pidió que sus cenizas descansaran allí y de ella cuelgan un sonajero y otros objetos.

En la Capilla del Hombre él contó incluso con el apoyo de arquitectos cubanos en su diseño inicial, y luego con la subasta de humidores elaborados en Ecuador y en su interior con tabacos hechos con las hojas del mejor lugar donde se produce la planta en la isla caribeña, y los cuales fueron firmados por Fidel Castro en la búsqueda de fondos.

De las paredes de la casona pende una selección ecléctica de obras que van desde vírgenes en marcos dorados del llamado barroco quiteño y crucifijos sangrantes, hasta lienzos de Pablo Picasso, Agustín Redondela y Benjamín Palencia. También se encuentran sobremesas y repisas, piezas antiguas que Guayasamín recolectaba no por su data, según decía, sino por el mensaje cultural que contenían.

Ahora solo falta que aparezcan los recursos para que su obra no siga guardada en estantes, a merced de las inclemencias del tiempo, pese a los esfuerzos de su familia para que se mantenga intacta. América Latina y la humanidad toda deberían poner un granito de arena en este noble propósito: poner a buen recaudo la obra de quien pudo plasmar con el pincel a modo de denuncia la realidad y el sufrimiento humano.