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La posibilidad del diálogo
28April

La posibilidad del diálogo

Inti Hernández (Cuba, 1976), premio UNESCO en la IX Bienal de La Habana, junto a los integrantes del proyecto DUPP, habla en esta entrevista de la obra Lugar de Encuentro con la cual participa en esta nueva edición.

¿Por qué Lugar de Encuentro?
Lugar de encuentro
es una instalación que forma parte de una serie compuesta por dibujos, maquetas, instalaciones y objetos con valor de uso. Esta pieza fue invitada a la Bienal de La Habana y viene desde Ámsterdam donde fue presentada una sola vez en un open estudio organizado por la Rijksakademie van Beeblende Kunsten, que es una institución importante, mucho más conocida internacionalmente que en Holanda, y que consiste en un edificio que ofrece residencias para artistas. Son dos años de vida donde el artista se puede realmente concentrar y hacer investigaciones en temas que hayan estado pendientes de la carrera. En este caso yo desarrollé esta instalación con las facilidades de carpintería y montaje que me ofrecía la institución.
La obra tiene como principal inspiración el hecho de generar una especie de estructura que permita un paseo metafórico dentro de sí misma; es una pieza que también necesita de la participación del público y jugar con la experiencia del público para generar significados. Todo el concepto de la forma de este objeto se basa en el hecho de que creo profundamente que los lugares de encuentro, los lugares de entendimiento, son posibles si nos acercamos a la conversación con ánimo de que así suceda; lo que quiere decir que, dependiendo del punto de vista de la persona que va a participar de un posible encuentro, dependiendo de los deseos que tenga de que haya entendimiento, de que haya diálogo, es que el diálogo es posible. Por supuesto, para que todo este andamiaje, toda esta especie de teatro que sucede con los reflejos sea efectivo es necesario que el público se disponga a ponerse desde un punto de vista adecuado, si el público no juega con el diseño de la pieza y decide sencillamente estar circulando alrededor, no pararse frente a ella, todo ese milagro de ilusión no ocurre.
Lugar de encuentro, en sentido general, es una serie que está llamando la atención sobre esa zona del diálogo, del encuentro como una de las grandes prioridades del mundo contemporáneo, y pienso que fue acertadísima la decisión de los organizadores de la Bienal de La Habana –que en esta ocasión están hablando de resistencia, de integración en la era global– me invitasen con la pieza. En este caso se impone hablar de la globalización, de todo este proceso que va acercando las distancias, que va de alguna manera también imponiendo una acción mucho más adecuada en la gente que vive este mundo contemporáneo que, en vez de estarse preocupando por qué cosa nos difiere empiecen cada vez más a atender qué cosa hay en común entre nosotros, para desde ese planteamiento poder descubrir en qué lugar podemos colaborar, intercambiar cosas beneficiosas para todos.

Me gustaría saber cuáles han sido los matices de recepción de esta pieza en los países del primer mundo y La Habana…
Cuando monté la pieza por primera vez en este open estudio de la Rijksakademie el público fue fundamentalmente europeo, especializado o sencillamente interesado. El intercambio con la pieza, las conversaciones que generó en ese momento, la manera en que la gente se acercaba a ella, era muy intelectual, un sentido de público avisado, en muchos casos inclusive arquitectos, ingenieros, hombres de negocios se acercaban a la pieza y la conversación era siempre inteligente, con tensiones intelectuales. Sin embargo, lo que me ha maravillado de la presentación de la obra aquí en La Habana es que la pieza se convirtió en una especie de detonante de todo ese interés hedonista, de toda esa postura orgullosa, egocéntrica, presumida que tiene el cubano, y principalmente las jóvenes cubanas, que se acercaron mucho a ella. Era alucinante ver la pasarela de chicas, jóvenes llegando con amigas y amigos a hacerse una foto dentro de la pieza, utilizando una de las cualidades que tiene la pieza que no solamente se convierte en un objeto que atrae el acercamiento de gente, sino también es un objeto que garantiza una visión de ti mismo muy especial con el juego de los reflejos. Imagínese una cultura como la nuestra tan de apariencia, de presunción, parada dentro de un objeto que permitía que se viera, o escudriñara desde siete puntos de vistas distintos…
En realidad me llevo un gratísimo recuerdo y la necesidad de seguir colaborando con el contexto cubano y trayendo obras de esta serie. Quisiera mencionar, por ejemplo, que como ya había dicho no solamente son maquetas, dibujos o instalaciones, también la serie se compone de objetos con valor de uso. Hay una obra que particularmente le estoy dedicando ahora mismo a Cuba y a la situación internacional entre Cuba y Estados Unidos con el hecho de que hay un nuevo presidente, de que se han hecho interesantes declaraciones de uno y otro país que están abriendo de alguna manera las relaciones, llamando la atención sobre ciertas oportunidades futuras. Hay una obra que estoy lanzando muy pronto que es una cubitera, una hielera que contiene hielos con las formas de las palabras amigos y enemigos. Con estos hielitos se está invitando a la gente a que se reúna en una fiesta, una parrillada, una inauguración de Museo, y estos símbolos de la confrontación son enfrentados y disueltos en sus diferencias con un trago común. Pienso que una obra como ésta pretende llamar la atención sobre zonas de disparidades, de intolerancias, sobre la idea de que todos estamos hechos de un mismo material, todos somos seres humanos y bien dentro compartimos prioridades comunes.

Es tu segunda ocasión en la Bienal de La Habana. ¿Qué representa para ti participar en un tipo de evento como éste, crees que las Bienales continúan siendo funcionales para la promoción y la confrontación internacional de tu obra?
La persona que soy ha cambiado con la experiencia de vida. El premio sucedió hace ya seis años y llevo algún tiempo viviendo en Ámsterdam, espacio al que me costó trabajo adaptarme pero en el cual tengo ya contactos, galerías, instituciones, coleccionistas interesados en el trabajo que hago. Al mismo tiempo también el trabajo que hago se ha ido interconectando con otros tipos de saberes de la arquitectura, la ingeniería, el diseño industrial, el mundo de los negocios. Para mí es muy especial haber vuelto a Cuba, estar aquí nuevamente, y me quedo con todo el deseo de seguir viniendo cada año a traer cosas y a compartir con amigos. Esta vida que he vivido en Holanda, que no ha borrado el cubano que soy, sino que lo ha enriquecido, es y ha sido una oportunidad de ver cómo desde la identidad propia, desde la persona que eres, desde tus gustos, al estar fuera de tu contexto, estas llamado a entender, a escuchar, a ser paciente para merecer, y ese sentido integracionista, que está pensando en el otro para poder generar un resultado que sea conveniente para ambos, es algo que yo quiero compartir con Cuba y con los cubanos. Cuba es una isla muy orgullosa, y tiene muchas razones para estarlo, pero es una Isla donde todavía, por miles de razones, ese sentido de integración sigue en algunos puntos de vista, pospuesto. Sé también que todos los deseos de propiciar esta experiencia están en la intelectualidad, en la política, en el pueblo, en el pensamiento económico…
Al margen de las limitaciones técnicas objetivas, la Bienal de La Habana sigue siendo un ámbito alucinante, lleno de posibilidades. El visitante no viene a La Habana a encontrar una Bienal de Venecia, viene a encontrar el contexto de La Habana que es bien distinto, viene a encantarse… La Bienal y La Habana, en general, tienen muchas cosas que coinciden con las expectativas, con las inquietudes de la gente del primer mundo, las cuales se diluyen a veces en las agendas apretadas que allí existen. Cualquier tipo de evento internacional de Cuba, no sólo la Bienal, sino el Festival de Jazz, el Festival de Cine Latinoamericano, el de Ballet, son grandes oportunidades para conmoverse, para llenar vacíos, oportunidades, anhelos, que la vida estructurada, la vida estresante del primer mundo no logra satisfacer.