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En Estampa lo importante es el arte, y aquel que se lo lleva a casa
01November
Estampa

En Estampa lo importante es el arte, y aquel que se lo lleva a casa

Arte por Excelencias es uno de los medios acompañantes de Estampa. No obstante, conversar con José María Francisco, su director, es más una alegría que un trabajo. Gran conocedor del mundo del arte y el coleccionismo, nos dedicó parte de su día durante esta edición de Estampa 2019.

José María, has expresado en el pasado que lo que queda de la idea inicial de Estampa es la promoción del coleccionismo y el consumo de la cultura a través del arte. Cuéntanos sobre la evolución de la feria. ¿Qué cosas se mantienen? ¿Qué cosas has cambiado tú personalmente desde tu incorporación como director en 2010?

Lo que conservamos es la extensión social del coleccionismo, el hábito por la compra de arte y un compromiso con la cultura del ciudadano. Este hábito ha sido especialmente necesario hace algún tiempo, durante los años de la crisis, cuando se cayeron todos los presupuestos públicos de apoyo a la cultura. En esos momentos, el país salió adelante culturalmente hablando por el trabajo de los ciudadanos; y en Estampa nos dimos cuenta de la gran oportunidad que teníamos en España con el pequeño coleccionista apasionado.

Una cosa que ni conservamos ni hemos incorporado, sino que ha estado siempre presente pero se ha tardado en darle forma, es nuestro especial modelo de feria. En Estampa hacemos solo galerismo nacional, pero contamos con las mejores galerías del panorama del arte contemporáneo; situación a la que no tienen acceso muchas otras ferias de arte en el mundo. El galerismo es un negocio verdaderamente peculiar. Se trabaja directamente con los artistas, que para crear necesitan renovarse y entrar en y salir de crisis; y se trata con clientes peculiares, que pueden comprar (y no comprar) por mera emoción o como inversión financiera. El galerista está reinventándose cada día, de la mano de sus artistas y para sus clientes; y es por eso un negocio que siempre está en crisis.

No obstante, todo lo que ocurre cuando hacemos Estampa nos indica que el coleccionismo privado en España es, debe ser, más importante de lo que se piensa. Las galerías españolas no solo no cierran, sino que se mantienen y crecen; cambiando y adaptando su modelo de negocio a las condiciones de tanto compradores como artistas. Año tras año, esta reunión crece poco a poco; y considero que cada vez somos más interesantes. Por supuesto, la única manera que tenemos de comprobar fehacientemente que la feria va bien es revisar qué galeristas repiten. Hay fluctuaciones, unos descansan un año y otros repiten; pero lo que nos importa más es que hay galerías españolas importantísimas que han adoptado e interiorizado el modelo de Estampa.

¿Cómo definirías el modelo Estampa?

En muy pocas palabras: galerismo español de arte contemporáneo de gran calidad, con precios entre mil y 25 mil euros. Nuestra feria está pensada para un coleccionista medio-alto, que puede comprar piezas más caras en otros momentos pero que viene aquí con una intención distinta; valorando la amistad, la vinculación con la galería, el compromiso con los artistas, y la relación con otros coleccionistas. Es un lugar para socializar, para hacerse un hueco en el mercado si se es galerista y para aprender y disfrutar si se es comprador. Al ser Estampa una situación festiva, relajada, es el lugar ideal para que los nuevos coleccionistas se inicien en el mundo del coleccionismo de arte.

Vea la galería de imágenes: Estampa 2019: por amor al arte..

El perfil del coleccionista de Estampa es medio-alto. ¿Esto se corresponde con los coleccionistas que acuden a la feria? ¿No hay, acaso, grandes coleccionistas españoles?

Aquí está todo el espectro del coleccionismo español, desde jóvenes que empiezan a comprar sus primeras piezas a coleccionistas avezados que suelen desembolsar por encima de los 300 mil euros. No obstante, nuestro público principal sí es el coleccionista medio-alto. Las piezas con precios “de inversión” se suelen conseguir en galerías internacionales o en ferias grandes y establecidas como Basilea o Basel Miami; y en Estampa nos centramos en el galerismo español. Por tanto, convocamos coleccionistas más anónimos, coleccionistas que van todos los fines de semana a sus galerías a conocer las últimas novedades. Estos coleccionistas son muy difíciles de perfilar: son público consumidor de cultura con un buen nivel económico, pero sus intereses sociales u ocupaciones son muy variables.

Se habla mucho de la incertidumbre que generan las nuevas generaciones de coleccionistas: los millennials. ¿Qué opinión tenéis sobre este miedo en Estampa? ¿Os visitan, os compran los millennials?

En principio, cuando analizas tranquilamente desde una galería y desde una feria (que no es otra cosa que una reunión de galerías) cuál es el perfil de coleccionista más socialmente extendido en tu mercado, se llega a la conclusión de que el coleccionista millennial es una cosa muy rara. Cualquiera que con 20 años acabe su carrera y empiece a trabajar estará descubriendo sus gustos e intereses durante una o dos décadas. Por tanto, quien compre joven estará aprendiendo, a base de prueba y error, qué arte le interesa; y decantará sus gustos. Es a partir de los 40 años, más o menos, cuando uno tiene un poco claro cómo va a ser el resto de su vida. Es ahí cuando, en las economías muy saneadas de nuestro público, empiezan las compras un poco más sistemáticas. Los coleccionistas empiezan a estar más atentos a las galerías, al programa de las ferias…

No obstante, el argumento principal para mí sobre el coleccionismo millennial es el económico. Una persona estándar de 20 años no se mete en compras de piezas de un cierto presupuesto, y opino además que no sería bueno que lo hiciera. Las condiciones laborales actuales implican que independizarse, por ejemplo, es un reto para muchos millennials. Si por el camino se decide tener hijos, la presión económica aumenta; y el presupuesto que queda para la compra de arte se resiente.

El coleccionismo “joven”, tal y como se entiende normalmente el término, es casi una ficción. Para nosotros, un coleccionista joven es el que comentábamos antes: una persona de 40 años que ya empieza a tener la vida organizada y se dedica de manera más vehemente a la compra de arte. Un coleccionista muy estable es una persona de 50, 60 años, cuyas responsabilidades personales están ya cumplidas y puede (y quiere) dedicar su capacidad económica al coleccionismo.

El gusto por la compra de arte, realizada con tiempo y criterio, es a lo que llamamos hoy en día coleccionismo sostenible. Un coleccionista de 20, 30 años, con las preocupaciones económicas que tienen esas generaciones, no entraría dentro de este tipo de coleccionismo; y por tanto no sería muy bueno ni para sí mismo ni para el mercado. El mejor coleccionista de arte es el coleccionista que sabe lo que quiere y lo que le gusta, el que visita y compra con un criterio. La mejor manera de aprender, de formar este criterio, es viajar, leer y vivenciar; tener una experiencia con las galerías y los artistas; y en esto Estampa sí puede aportar mucho al coleccionismo millennial.

Me ha interesado mucho esto. Entiendo que nos dices que la preocupación por los nuevos coleccionistas viene de lejos, y sin embargo ahora estamos un poco obsesionados con que los millenials nos vamos a cargar el mundo… ¿Crees, quizás, que todavía no se nos ha dado nuestra oportunidad?

Absolutamente. Yo no soy millennial, pero sí he pasado 12 años luchando por labrarme un buen futuro profesional y personal en condiciones laborales duras, que por su complejidad y diversidad exigen ser muy creativo, sociable, y culto; y dedicar horas y horas y horas… Ese proceso, esos años de experiencia multidisciplinar, te transforman en una persona, un profesional, completo y complejo. Opino que no hay atajos para conseguir ese nivel de experiencia, de capacidad de resolución de problemas, de creatividad; así que no termino de entender muy bien esa fijación con poseer todos esos atributos cuando se tienen 30 años. El mismo razonamiento se aplica al coleccionismo: es una carrera de larga distancia, un proceso de cambio y crecimiento.

Hablando de procesos de cambio. ¿Cómo ha evolucionado el coleccionismo español desde el primer año de Estampa hasta el día de hoy?

Durante los años 80, y también durante los 90, la ciudadanía española estaba entusiasmada con cualquier acontecimiento que fuese una apertura, un cambio, un avance respecto a otras décadas. En cuanto existió la posibilidad de participar del arte contemporáneo, de un mercado del arte, el español sacó toda su energía e interés; y cuando se creó Estampa se puede decir que había una gran efervescencia cultural.

En mi experiencia desde el lado de las galerías, recuerdo que la primera vez que participamos en la feria se vendía muchísimo; tanto que llegaba a ser llamativo para nosotros. Entonces en Estampa primaba la obra gráfica, y venía gente de todas partes de España para completar colecciones, para amueblar y decorar segundas viviendas, para aprender… Y este ritmo, obviamente, no era sostenible.

El panorama de la compra de arte ha ido evolucionando, en parte al mismo ritmo que la sociedad española, en parte al mismo ritmo que sus artistas. Las inquietudes de los ciudadanos se reflejan en las obras de los artistas; cambian los procesos, las técnicas, los soportes y los conceptos… Y Estampa ha querido evolucionar a ese mismo ritmo.

Los primeros años que Estampa estuvo a nuestro cargo decidimos seguir el rastro del artista, ver cómo el artista trabajaba y hacia dónde se encaminaba.  Primero dimos con la extensión de la gráfica al arte múltiple en general, después apareció la fotografía como soporte artístico; y luego ya se fueron incorporando en según qué ediciones el cine, el vídeo, el arte sonoro, el diseño, la ilustración… Todos estos cambios responden a los intereses de los coleccionistas; cuyo objetivo es encontrar piezas que les hagan vibrar, que les emocionen. Estampa se ha dado cuenta de que lo importante ya no son el procedimiento o la técnica escogida por el artista, sino lo que transmite el arte en sí; y buscamos reunir galerías cuyos artistas generen estas sensaciones.

Efectivamente entramos cada vez más en el mundo multisoporte. Están empezando a valorarse mucho, por ejemplo, el arte textil; el arte digital…

Hay dos grandes movimientos dentro del arte ahora mismo. Cada uno tiene su forma de expresión y su emoción; y en Estampa hemos querido prestar atención a ambas realidades.  

Por un lado, tenemos la continua exploración e investigación en medios tecnológicos para ser aplicados a la creación artística. Esta parte digital, informática casi, sigue su camino y abre nuevas puertas en el arte contemporáneo. Hablamos mucho de este tipo de arte, y lo movemos mucho en la feria. Daniel Canogar, nuestro artista invitado, trabaja piezas digitales.

Por otro lado, tenemos la vuelta a la manualidad. En Estampa nos hemos enfocado más aquí; a esa manera tan directa de inyectarle alma a los objetos u obras de arte a través de la participación manual de los artistas en su creación y acabado. Cuando toman apuntes, en el colegio, los niños retienen mucho más de aquello que han escrito a mano. La manualidad es, dentro de la evolución humana, esencial; y fue quedando relegada al fondo del mundo del arte contemporáneo. Con el arte conceptual, la manualidad vuelve para incluirse de una forma muy posmoderna en la escena artística: incluye ideas, historia, lenguaje, estructuralismo… Pero también fenomenología, y hermenéutica; y la pura intervención física del artista. Es maravilloso, emociona, conmueve, ver la huella de la mano del artista en una obra.

Hablemos del artista invitado, Daniel Canogar. ¿Qué emociones suscita su arte tecnológico, digital? ¿Qué relevancia tiene su discurso social?

En los 15 años que llevo trabajando con él siempre lo he visto preocupado por la realidad social. Es un hombre formado en el mundo, pero muy preocupado por las cosas que le ocurren a nuestro planeta y sus habitantes. Sus piezas, su arte, llevan siempre un cierto discurso social. Se centra en dirimir las cosas que preocupan a los hombres y mujeres del presente a través de sus medios de información, comunicación y difusión.

Es precisamente de las preocupaciones, o inquietudes, de las personas de donde surge su idea para la pieza que tenemos en Estampa 2019. Daniel ha traído una pieza de imágenes en movimiento muy impresionante, hecha con una técnica de software y de medición informática que, a través de desarrollos de LED, muestra el flujo de las búsquedas en Google en tiempo real de algunos términos: Fortnite, Brexit, Arte.

¡Candente actualidad! Pasando a un plano más artístico, Estampa presenta este año dos exposiciones paralelas, comisariadas respectivamente por Ángel Calvo Ulloa y por Alicia Ventura. La conciencia de las cosas, de Calvo, se centra en la relevancia de volver a tocar las cosas, de experimentar con nuevos soportes; y Qué pasa con la fotografía, de Ventura, tiene por objetivo estudiar la fotografía en el mundo del arte. ¿Qué pretendía la dirección de la feria al generar estos dos espacios específicos?

Ambos temas surgen de nuestro interés de ofrecer un encaje novedoso, claro y estructurado, para estos tipos de arte más específicos en el contexto de Estampa. Hablamos tanto con Ángel como Alicia, quienes consintieron en ser nuestros comisarios, y les pedimos que reflejaran las dudas e inquietudes que les produce el panorama actual del arte contemporáneo. Básicamente, les preguntamos qué temas artísticos podían reordenarse dentro de Estampa para que el público y los coleccionistas vieran mejor su hilo conductor, motivaciones y relevancia; y ambos lo tuvieron muy claro.

En el caso de la fotografía, a Alicia le interesaba estudiar la posición actual de la fotografía en el mundo del arte. Tras entrar “oficialmente” a las galerías a principios del siglo XXI, se ha infiltrado mucho en los usos de los artistas, casi perdiendo centralidad; y queríamos volver a ponerla debajo del foco principal.

¿Qué relación dirías que tienen Estampa y el mundo del galerismo español con el arte y el galerismo Latinoamericano?

Una muy estrecha, por similitudes lingüísticas y culturales, pero de poco comercio. Esta feria, y el mercado español en general, no tienen absolutamente nada que ver con el tipo de mercado y de demanda que hay en Latinoamérica. Allá existen muy pocos coleccionistas con mucho presupuesto, muy pocas galerías de muy alto nivel y con gran presencia internacional. Aquí, por la interesante clase media que hemos desarrollado, no sucede así.

A estas diferencias, además, hay que sumar la distancia geográfica, los costes del traslado y de la estancia… Así que, por desgracia, nuestros únicos coleccionistas latinoamericanos habituales son aquellos que se han establecido en España o Europa: muchos venezolanos, colombianos, peruanos, brasileños.

Sí contamos, por ejemplo, con galerías latinoamericanas. En Estampa 2019, galeristas de México y de Colombia han exhibido sus propuestas. Además, colegas de entidades como PArC, en Lima, tienen interés en visitar, entender y replicar nuestro modelo de feria. A nosotros nos encantaría servir de modelo y referencia para ellos; ya que, como comentaba antes, compartimos una cultura y unos lazos sociales muy fuertes. ¡Todo se andará!

Decías al principio de nuestra conversación que en Estampa no contáis como medida definitiva de la feria nada que no sea la cantidad de galerías que repiten. No obstante, ¿nos darías una pincelada sobre las sensaciones que te transmite esta edición de 2019?

Sí, nos gusta medirnos por nuestros “clientes satisfechos”. Te diré, no obstante, una cosa que sí estudiamos. Cada año tras cerrar sacamos una lista de cuántos artistas han vendido al menos una pieza en Estampa; sin importarnos cuál, a quién, ni por qué precio. En 2018, la edición pasada, se vendieron 168 artistas. Esto es, de por sí, tremendamente positivo; pero además estamos orgullosos de decir que el número va en aumento desde hace unos años.

De esta edición de 2019 diré que veo que la feria va tomando una cierta madurez, que cobra sentido nuestro proyecto de hacer galerismo español para un amplio público nacional y algunos seleccionados internacionales. Estamos muy contentos de poder transmitir esta seguridad y alegría a IFEMA, nuestra entidad coorganizadora. Nos sabemos el salón de otoño del mercado español, y nuestro objetivo es el de siempre: promocionar el coleccionismo y hacer cada vez más fuerte nuestro mercado.

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