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LE PARC. LUMIÈRE EN LA CASA, CUATRO DÉCADAS, UN CAMINO…
16December

LE PARC. LUMIÈRE EN LA CASA, CUATRO DÉCADAS, UN CAMINO…

Era diciembre de 1970 y Julio Le Parc, el protagonista de una de las muestras más recordadas y disfrutadas por los jóvenes estudiantes de la entonces Escuela Nacional de Arte, así como por el numeroso y diverso público que visitó los salones de la Casa de las Américas.

La complicidad artista-obra-receptor cobró aquí un papel inusitado no sólo a conveniencia del primero, pues fue el receptor quien, partícipe del proceso creativo, condicionó la validez estética de una propuesta alejada de la tradicional actitud contemplativa. Allí se incitaba al juego a la vivencia artística como disfrute,1 a implicarse en la acción también a través de pruebas y solicitudes del artista, con encuestas al público en las que se consultaba, por ejemplo, la elección de un trabajo para que quedara en Cuba de forma permanente. Estas iniciativas eran herederas de las búsquedas e intervenciones que el Groupe de Recherche d'Art Visuel (GRAV) –al que pertenecía Le Parc– había llevado a cabo en las calles parisinas pocos años antes, y que tan bien recibidas fueron en su momento.2

Pero lo que más destacó en esta primera entrega de Le Parc al público cubano fue el tránsito de los niveles de participación desde la imagen aparentemente estática que influía en el ojo del espectador, hasta móviles y luces pulsantes que modelaban espacios, y creaban ambientes insólitos. Un concepto artístico fundamentado en el lugar del receptor y su consumo activo de la obra de arte (abierta, inacabada, en progreso…).

Once años después, en 1981, Le Parc inaugura en la Galería Latinoamericana de esta institución su muestra Modulaciones, con un conjunto variopinto de trabajos que vuelven al plano bidimensional (pintura, y dibujos) en una suerte de contención frente al espacio. Cambio que, si bien no radical pues continuó explorando en grandes telas la capacidad proyectiva del haz de luz y su efecto irradiante sobre un fondo negro, constituyó un nuevo camino. Las formas tubulares de colores acerados, grises y tonos metálicos o transparencias, parecían proyecciones de un científico, la invención-recreación de espacios siderales, futuristas. Una reflexión diferente sobre el binomio movimiento-espacio tan caros al cinetismo, no menos interesante que sus búsquedas anteriores.

Tras casi tres décadas de ausencia, el retorno, una vez más, a la Casa, se hacía inevitable. El Año Cinético que hemos celebrado durante todo el 2009, sirvió de pretexto para rendir homenaje a varios de los exponentes de esta corriente artística.

Le Parc. Lumière cierra un año notable en el que la Casa de las Américas cumple medio siglo de existencia. Y como símbolo dador de luz, regresa a nosotros su pasión por conquistar el espacio, el deseo convertido en reflejo, penumbra, intensidad.

En 1981, Le Parc apuntaba: "Esta actitud de experimentación continua presupone riesgo a la equivocación pero también procura la alegría de la aventura, al ir desarrollando algunas de las múltiples posibilidades de cada vía. En esta actitud de investigación y en el desarrollo de la expe¬rimentación, conviene alejarse de vez en cuando de las certi¬dumbres, sin dejar de someter los hallazgos a una voluntad de reflexión y análisis".3


¿Cómo entender si no la posición de un artista inconforme, en constante conflicto con lo logrado, inquieto por explorar materiales y recursos para trascender sus propios límites?

Tres son las instalaciones que propone Le Parc a todo aquel dispuesto a penetrar lo inefable. Se dice que iluminar espíritus puede ser tarea difícil, pero a veces basta tan sólo proponérselo. Lumière en vibration, Lumière en mouvement y Lumière visualisée constituyen una prueba de la fuerza en la composición, la luz que cualifica espacios y crea estados de ánimo, movimientos insospechados. Un lugar para salir de uno mismo, con la magia y la belleza de los primeros momentos.

Para aquellos que a finales de diciembre de 1970 descubrieron maravillados la propuesta de un joven aunque ya consagrado artista como Julio Le Parc, esta nueva entrega podría quedar como un reencuentro lleno de nostalgias y expectativas.4

Sea pues, el camino al asombro, la imaginación, la vivencia. Para jóvenes y no tan jóvenes. Para todos.

1 Prueba de ello lo constituyeron los “tiros al blanco” con pelotas y dardos, pisos en desnivel y asientos con resortes, por solo citar algunos ejemplos.
2 Un día en la calle (19 de abril de 1966), intervención del GRAV en espacios céntricos de la capital francesa, como La Ópera o Champs Elyseés.
3 Fragmento del texto de Julio Le Parc publicado en el catálogo de su exposición Modulaciones, Galería Latinoamericana, octubre-noviembre de 1981.
4 El hecho de que las obras tenga un arco temporal singular (Lumière en vibration, 1968; Lumière en mouvement, 1962-1999 y Lumière visualisée, 1962-1981) no hace sino reforzar esta idea de continuidad.