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Imágenes replicantes: cartografía de los 70
01September

Imágenes replicantes: cartografía de los 70

Como cada edición, el Festival de fotografía PhotoEspaña se organiza en torno a un eje temático que permite un diseño curatorial de carácter rector, y la puesta en escena de toda una amalgama de muestras que responden a ese enunciado con mayor o menor eficacia y pertinencia discursiva.

No es de extrañar entonces que la predisposición temática sea, muchas veces, un vector de interpretación semiótica restrictivo que estrangula la polivalencia conceptual y el cubismo propio de cada propuesta o discurso estático. Sin embargo, y pese a que no todas las exposiciones dentro del programa oficial del evento han corrido la misma suerte, hay que señalar que algunas han resultado auténticos ejercicios de rigor y de elocuencia, ya no sólo en el orden de los conceptos, la escogencia de obras y artistas y los criterios museográficos venidos a menos, sino en la naturaleza misma de los proyectos, su inteligente abordaje y los modos en los que las piezas lograron responder al enunciado general desde la embestida de una sinergia inobjetable que establece puentes y ofrece otras pistas a la exégesis cultural de la fotografía. Trazando así narrativas más que estimables, sobradas de interés, en el marco de un programa de exhibiciones de verano convertido en gueto para la enajenación y el aburrimiento.

Años 70: fotografía y vida cotidiana, expuesta en el Teatro Fernán Gámez de Madrid, ha sido, entre todas, la mejor apuesta de esta edición. Coherencia estructural, rigor en el planteamiento de los conceptos y en la selección de obras, amplio conocimiento del tema en cuestión y un excelente montaje e impresionante catálogo, son algunas de las virtudes que se pueden subrayar, con diferencia, respecto de sus homólogas. Cuando la sobriedad y la pertinencia destierren, de modo definitivo, al efectismo ensordecedor, entonces la curaduría alcanzará otro grado de interés en el parámetro que define el panorama cultural español.

Se trata de una muestra colectiva que incluye trabajos de veintitrés artistas: Laurie Anderson, Claudia Andujar, Christian Boltanski, Victor Burgin, Sophie Calle, William Eggleston, Hans-Peter Feldmann, Alberto Garcí a-Alix, David Goldblatt, Karen Knorr, Viktor Kolar, Ana Mendieta, Fina Miralles, Gabriele y Helmut Nothhelfer, J. D. Okhai Ojeikere, Carlos Pazos, Anders Petersen, Eugene Richards, Allan Sekula, Cindy Sherman, Ed van der Elsken, Kohei Yoshiyuki.

Su comisario, Sergio Mah, ha conseguido trazar una inteligente cartografí a que, sin la pretensión absurda de ese revisionismo historicista y anémico, permite explicar acontecimientos del presente justo a partir de que se advierten sus posibles genealogías, focos de influencia y los procesos de retroalimentación de la imagen. La muestra, en palabras del comisario: “permite presentar un amplio espectro de imágenes y de actitudes conceptuales, técnicas y estéticas que se encuadran en una nueva perspectiva social y artí stica en relación con la fotografí a y con lo cotidiano”. De ahí que todas las obras expuestas hayan sido concebidas en esos años, argumentando así los diferentes modos de entendimiento del discurso fotográfico “desde las más diversas (re)afirmaciones de lo documental hasta obras que combina imagen y texto, pasando por la práctica de la apropiación de la imágenes preexistentes […] o por el uso de imágenes escenificadas y la documentación de gestos preformativos”.

Años 70... describe así , sin jerarquizaciones verticales, los procederes lingüísticos y sintácticos más relevantes relacionados con el medio fotográfico, algo que le otorga un mayúsculo interés a la muestra. Sin embargo, creo que una de las razones que la acreditan como una exposición extraordinaria es la manera en que deja ver el trasfondo histórico de los conflictos culturales de mayor urgencia que ocupan hoy el centro del debate polí tico y cultural. El modo en que los años 70 sometieron a discusión los paradigmas de una modernidad que ya colapsaba, así como las repercusiones de estos conflictos en el epicentro mismo del discurso visual, en particular en los ámbitos de la fotografí a, quedan orquestados en esta muestra bajo el criterio de un relato absolutamente brillante.

Heterodoxia, alteridad, reajuste de las subjetividades culturales marginadas, reivindicación sexual y de género, nueva actitud racial y crí tica la axiologí a retrógrada de la alta modernidad, son algunos de los í ndices sobre los que es estructura esta muestra.
La historia no es la acumulación de hechos, sino la disección de un grupo de acontecimientos que la explican y le dan sentido posible. Es en esta labor, y probablemente no en otra, donde se prueba la agudeza del pensamiento, donde se verifica el potencial redentor del arte, su auténtica vocación crítica y, por tanto, liberadora